Bienaventurados aquellos en espera de callbacks (sí es que hay), que de ellos serán las producciones.

Aceptémoslo.

Cantar en sí no es tan complicado, tomar clases de canto no es tan complicado. Complicado es someterse a la constante búsqueda de aprobación de terceros, entrar a un salón, exponer tu alma y corazón ante un panel con las mejores poker face que has visto, mientras en tu mente recitas audición tras audición «Pick me, choose me, love me»; cual Meredith Grey a McDreamy, con la intención de formar parte del cast y consecuentemente de la producción que cambiará tu vida.

Vaya profesión que fuimos a elegir. Cumples con lo tuyo, tomas tu tiempo para prepararte, cuidadosamente seleccionas la canción perfecta (o lo más cercano). Revisas cada detalle con tu coach o maestro de canto, juntos analizan cada intención, cada movimiento. Por supuesto 16 compases o aproximadamente 1 min de canción que diga algo así como: meprepareyesteesmirangovocalveanloquepuedohacerycontarunahistoriaquenopodránsabersinoconocenelmusicaldelcualleshabloperoaquíestoydetodasformasporfavornonotenmisnervios (o algo así).

Sí, quizás estoy un poco de nervios porque justo en este momento estoy en proceso de audiciones (una disculpa a los maestros que lleguen a leer esto) Pero bueno, al menos estoy canalizando mi estrés de forma positiva y creo que es importante saber cómo manejar estas situaciones.

Porque no todos lo sabemos, vamos por el principio ¿Qué es un callback?

Cuando vas a una audición, presentas el material indicado, una vez terminado y si al panel le parece apropiado puede llamarte nuevamente y continuar con un nuevo filtro. Nosotros le llamamos «callbacks» algo así como una «segunda entrevista de trabajo» (porque literal, es un trabajo).

¿Cuántos callbacks pueden existir? No sabemos, dependiendo de la cantidad de filtros que la producción considere necesarios.

¿Cuánto se tardan en dar callbacks? LA MÁS DIFÍCIL. Puede que ese mismo día se te pida que regreses más tarde, puede que al día siguiente te llegue un correo, puede que pase una semana. En una ocasión tuve una audición y pasaron casi 2 semanas (yo pensaba que ya estaba fuera de la jugada y justo ese día recibí una llamada que había sido seleccionada. Lamentablemente no hay un tiempo establecido, y por lo tanto el suplicio puede ser indefinido.

¿Me darán material adicional para mi callback? Puede que sí, puede que no. Cuando audicioné para el Rey León en CDMX,  al terminar mi primer audición (de la cual creo fervientemente que me lo dieron porque nunca en la vida había caminado tan lento hacia la puerta de salida), me dieron callback y me pidieron fechas para programar mi callback, así como un correo para que me enviaran material adicional. Material que ya llegada la fecha no me tocó presentar, pero que sí tenía preparado por si acaso.

Volviendo con la ansiedad que pudiera generarte esta amarga y dulce espera, te tengo varias verdades que me ha costado algo de tiempo aprender y que saliendo de cada audición procuro recitar:

  1. No tengo el control. Previo a entrar al salón donde será audición estoy en control de mi selección musical, de cuánto me entrené y preparé. De cuánto ensayé y le imprimí cada parte de mi a esto. De qué tan buena actitud tengo al llegar, presentarme y saludar, qué tanto entrego en mi audición. Donde pierdo control es al cruzar el umbral y dejar el recinto. La deliberación, el juicio. No estoy en control. Salgo y debo dejar ir.
  2. Disfruta Debo admitir que hasta ahora comienzo a disfrutar mis audiciones (siempre ha sido todo un tema para mi) he tenido buenas y malas audiciones, pero procuro buscar la palabra «satisfactorias». Ojo, esto no significa que pienso que todo lo hago perfecto, sino que hice lo que me toca. Busco esa tranquilidad de mi proceso, de entender que presenté una propuesta buscando que alguien la tomara. El primer paso lo di y estoy muy orgullosa, es de valientes pararse y presentarse. Saber que pueden cerrarte la puerta mil veces, levantarte y decir «va, de nuevo». Así que disfruto cada momento, cada nervios (como en esta última que casi me voy de espaldas TODAVÍA NO ME EXPLICO COMO, pero lo logré salvar), el que estuve temblando (cuando hace unos días les decía a unos amigos que yo no temblaba), pero que di toda mi energía y logré superar todas esas adversidades. Si quedo o no, será por otra razón.
  3. Siempre puedo mejorar. Soy crítica, pero no criticona de mi trabajo (porque si yo no creo en él, nadie más lo hará). No puedo ser destructiva conmigo y decirme de cosas. Lo que sí puedo hacer, es pacientemente y con cariño identificar en qué puedo mejorar, qué puedo seguir trabajando y sobre todo BUSCAR la ayuda necesaria. Va de la mano con el punto 2: disfrutar y ponerme a trabajar.

Ahora, si no haz ido a alguna audición te recomiendo lo siguiente:

  • Acá tengo un post de cómo prepararte para una audición: http://bit.ly/2Dpiou3
  • Por acá un post de cómo preparar tu repertorio o selección de canciones: http://bit.ly/2FBpJwB
  • Tips extra:
    • Calma. Sé que al estar frente al panel podremos sentirnos muy vulnerables, pero justo unos días antes un amigo me comenta: veremos a 180 personas. 180 personas. 180 canciones. De las cuales muchas pueden repetirse, muchos pueden ser muy talentosos, muchos podrán tener áreas de oportunidad, muchos no estarán preparados. Pero tendrán que pasar por ese proceso 180 veces. Pensamos muy fácilmente que el panel busca juzgarnos, criticarnos y destruirnos. Pero la realidad es que esperan que la persona que entre por la puerta sean quien están buscando.
    • Headshots. Muy importante invertir en tu presentación, he leído y se recomienda muchísimo que estas fotografías o sesiones sean muy naturales y seas tú mismo. Vaya, eso es lo que la gente que te audiciona quiere ver, nadie quiere llegar con una foto demasiado editada y cuando te presentes no puedan ni reconocerte. Recuerda «less is more».
      1. Imprime tus fotos y ten varias en stock (no andes corriendo como yo). Un excelente lugar es Costco (en acabado mate se ven increíbles), pero considera que se tardan como 1 hora en entregar y sólo es con membresía. Si andas con prisas, tu segunda opción pudiera ser Office Depot (ojo, su maquinita no funciona bien con dispositivos Apple) pero se imprimen bastante decente. Tu tercera opción tendría que ser Farmacias Benavides (también necesitas una app y la calidad de las fotos no es tan buena, el acabado jamás es mate y a mi gusto salen muy saturadas de color).
      2. En un mundo ideal, las fotos deben de ser tamaño 8×10 (sí, así de gigantes).
    • Lleva tu pista en tu celular. Por salud mental, no la lleves en drive o stream (hay lugares donde no hay buena señal de wifi y puedes estar en aprietos por eso). Recientemente me di cuenta que en Apple Music (aunque la plataforma es cero amigable) puedes encontrar muchas pistas de tipo Sing2piano y semejantes. Amigos con dispositivos sin entrada auxiliar como yo (sean propositivos y lleven su adaptador, no se confíen de que habrá todo).
    • Currículum: tu audición es totalmente una entrevista de trabajo. Quieren conocer de tus capacidades y tu historia. Como buen profesional, así como tienes tu CV, deberás preparar uno artístico (prometo hacer un post detallado al respecto y con descargables). Lo que sí es que como le dijeron a Elle Woods: «It’s pink, and it’s scented». Creo que vivimos en un mundo donde vale la pena expresarse libremente, así que sin miedo. Si el diseño de tu CV es original y mantiene la información visible, concisa y sobre todo memorable, podría ser que el panel se acuerde de ti.
    • Habilidades especiales: todo funciona, todo es importante. ¿Recuerdas como Joey en Friends se pasaba agregando cosas como «hablar francés? Nunca sabes cuándo tu habilidad o talento secreto será de inmensa utilidad.

¿Que cómo aminoro yo la ansiedad y la espera?

  1. Camino, me despejo.
  2. Escucho música nueva, trata de limpiar la intensidad con la que preparaste tu audición escuchando live sessions o unpluggeds. Notarás momentos humanos e imperfecciones, te sentirás humano de nuevo y disfrutarás de bonitos arreglos.
  3. Busco inspiración en imágenes, blogs y sobretodo en la naturaleza.
  4. Canaliza tu ansiedad en algo artístico. Dibuja, pinta. Expresa lo que sientes y transfórmalo (hoy usé plastilina y vaaaaaaya que fue lo máximo).

 

Si como yo, sigues en espera de ese correo o esa llamada. Calma, no te inquietes. Sé que hay muchas cosas que pudimos hacer exponencialmente mejor, pero ya no para la audición en la que estamos en espera. Esa ya fue. Levántate, estudia, prepárate. Nunca sabes qué puede pasar.

¿Recuerdas que hace unas líneas hablaba de la atemporalidad que existe respecto de los callbacks? Bueno, así me pasó en una audición (de las peores de mi vida) de las que pensé que jamás volvería a ver a la producción y lo que es peor, que ahora tendrían material para reírse (y quizás sí). La que menos pensé, la que critiqué tanto, lo prometo, salí diciendo «Dios mío, en este momento le escribo a mis amigos que han actuado para que me vayan recomendando algunos cursos»; fue la que me abrió la puerta a un proyecto padrísimo, del cual quedé, tuve callback y después la oportunidad de quedarme con el personaje (prometo esta historia para la siguiente).

En fin, me voy a dormir.

Obviamente ya hice double check con mis amigos para los callbacks. Sin novedades.

Obviamente checo el celular cada 5 min en espera del correo.

Pero también ya estoy pensando en más cosas para preparar para las siguientes audiciones, y terminando de escribir este post. Ánimo, espero nos veamos en los callbacks, o al menos en clase.

 

 

 

 

La historia de cómo al bailar, me hizo cantar mejor.

He notado que generalmente cuando dices que eres cantante, por alguna razón las personas esperan que también bailes o te muevas con bastante gracia.

Digo, tiene lógica. Los performers son estos héroes casi perfectos, con vestuarios brutales, piel de porcelana y los movimientos envidiables (que creo que aquí se mal adapta a «dominio escénico»).

Admito (por más que me cueste) que alguna vez, secretamente, llegué a bailar frente al espejo pensando que era Britney Spears.

Y pensando aún más hacia atrás, la realidad nunca fui la prima ballerina. Solo sabía que disfrutaba la música, el moverme y encontrar la manera de expresarme (a sabiendas de que lo mío era cantar). Lamentablemente, dentro mi di formación como cantante recibí el primer y más grande «NO» que se convirtió en uno de mis más temidos fantasmas: «Tú no bailas, no tienes gracia». Ouch, tenía tan solo 7 años y la verdad es que fue algo complicado de escuchar. Para nada me quitó mis intenciones de pararme en el escenario, pero en definitiva, a una niña tan consciente de su entorno (como lo soy) la hizo pensar más de 2 veces antes de pararse frente a los demás e intentar aprenderse coreografías.

Siempre pensé, bailar no es lo mío. A mí pónganme a cantar. Mientras moría (literal) de ganas de ser la siguiente performer. Así que, como siempre les digo a mis alumnos: «no estás mal, lo que hayas hecho durante tu proceso autodidacta, solo fue la forma en la que tu cuerpo tenía más ganas de resolver, que de quedarse callado». Así que así, encontré la manera de centrar toda mi atención en la música, los acentos, las dinámicas y las peripecias vocales que hacían mis cantantes favoritos, escuchándolos en mi discman, por las noches.

Pensaba: «vaya, no necesito las clases. No necesito bailar, puedo ser una cantante que solo cante baladas». ¡JA! Mi primer (y hasta ahora único) protagónico era ser una bailarina, experta, extrovertida. Fue increíblemente difícil para mi enfrentar esos fantasmas al espejo y estar incómoda de cómo me movía.

Pero bueno, dejemos eso para otro día. Hoy quiero hablarte de otra forma de lo que siempre te digo: escucha a tu cuerpo.

Si algo admiro de los bailarines, es cómo se conocen. Cómo distribuyen su peso lo suficiente para hacerte creer que tienen cargas pesadas, que pueden volar, hacer magia con sus manos y transportarte a diferentes épocas. No hablan, solo se mueven. Siempre envidié sus movimientos. Yo trabajé para conmover con mi voz, pero no podía hacer que mi cuerpo conectara enteramente con mi sentimientos. Qué curioso.

Sin planearlo, hace algunos ayeres, estaba buscando de una actividad física entretenida para después de mis múltiples trabajos. Y así, como caída del cielo, Shady (la maestra que me hizo no solo bailar, sino ahuyentar ese enorme fantasma y hasta hacerme bailar frente a un público) abre una academia, nos invita a un grupo de amigas y a mi a entrar y digo: «Va, odio hacer ejercicio de otra forma, así que, mejor que sea bailando». No tienen una idea lo mucho que costó coordinarme, tratar de entender lo que era mi centro, mi balance. Distribuir mi peso, ser creativa y desafiar mis propios miedos (a las maromas, las caídas, las cargadas y sobre todo a que me vieran bailar en público). Constantemente pensaba en la comparativa y avance de mis compañeras, pensando: «la historia se repite». Hasta que, cuando empecé a escuchar mis respiraciones, el control de mi abdomen y la fuerza de mi cuerpo, empecé no solo a empezar a disfrutar mis clases de baile y ver que mejoraba, sino a avanzar en mis clases de canto.

No. No estoy bromeando. Ya les he platicado que tengo estudiando cerca de 8 años técnica vocal, y en ese proceso, pude haber ser muy intensa en cuanto a la disciplina de entender y dominar mi voz. Pero hubo un periodo en el que podría decir que me «estanqué». Sentía que nada de lo que hacía (ejercicios y acrobacias vocales) me eran suficientes para hacer crecer mi rango o dominar diferentes estilos. Nada técnico vocal me era útil. Hasta que lo transporté (o conecté) con la danza (aquí ruego a mis amigos bailarines, me tengan paciencia, no pretendo dominar todo, pero es como mi pequeño «homage» a los bonito de esta experiencia).

No fue hasta que empecé a trabajar con mi propio peso y mi cuerpo (compartiendo pedacitos de clases de danza contemporánea y ejercicios calisténicos) que entendía cuando estaba apoyando de más, cuando tenía aire extra, tensión. Entendí la flexibilidad y el disfrutar crear líneas largas. Vaya no me hice bailarina profesional, pero sin duda, la seriedad con la que empecé a tomar estas clases me hizo hacer las paces con mi nerviosismo corporal y apreciar un nuevo arte: la danza.

¿Líneas largas? claro, al cantar, sostener una nota. El proyectarla más lejos. Entender y dominar los cambios de volumen. La velocidad. De pronto, si bien no podía bailar como profesional, mi voz de alguna forma lo hacía. Era ágil, dulce e intensa, de pronto las contracciones aportaban algo distinto a mi técnica vocal. Admito, ha sido de los sentimientos más bonitos que he experimentado.

¿Qué te recomiendo? trabaja una habilidad que te ayude a transportar ese conocimiento a tu dominio vocal. El artista no sólo se alimenta de perfeccionar únicamente su técnica, sino de sensibilizarse a través de documentales, películas, exposiciones, actividades. Conecta tu cuerpo con lo que verdaderamente estás haciendo y sin duda, tendrás un resultado distinto al que has estado trabajando.

¿Qué hago hoy en día? Bueno, claramente no me convertí en Britney Spears, pero ya no me da miedo el espejo o los fantasmas. Ya no tomo clases (las extraño mucho y quisiera regresar) pero ya no me da tanta pena intentarlo, bailar, entender el movimiento y vincularme en actividades o espectáculos que la requieran, tratando de retarme todos los días.

Hoy tengo un reto. Hace casi 3 años comprobé que los ejercicios calisténicos (que ya había leído que eran muy recomendables para cantantes) funcionan. Dentro esta investigación, he encontrado que los deportes o actividades físicas recomendadas para nosotros son: natación, yoga, danza. Ayer empecé yoga y OMG me duele hasta el cabello (no es broma) pero curiosamente, dentro de este «dolor» no siento tensión alguna en mi cuerpo (estaba muy consternada por mis muñecas y por saber si podría tocar algo, ¡están intactas!) Así que mi nuevo reto es comprobar si este tiempo de aprendizaje le brinda un avance técnico/vocal a mi rango (claro que iré documentando e informando de este avance)

Así que esta es mi historia, de cómo una experiencia enriqueció por completo mi proceso de aprendizaje vocal, sin saberlo, enfrentando mis miedos, disfrutando y valorando enormemente una nueva disciplina. Y quién sabe, con suerte esto pudiera ayudarte a ti también en tu proceso como cantante.

Nos vemos en clase.

¡SOS! no encuentro mi voz para cantar

«Todo el mundo con el paso del robot»

(Si no conoces electromovimiento de Calle 13, corre y escúchala).

Decidí cambiar un poco la existencia de este blog y alimentar mi sueño (chick flick) de tener un espacio donde pueda expresarme libremente. Sin saberlo, creo que tanto en sentido figurado, como en el técnico siempre estuve buscando mi voz. Así que heme aquí, escribiendo.

Este post va dedicado a mi amiga Enid, que me inspiró a abordar este tema y que me siento honrada me confiara compartir experiencias entre maestras, aprendizaje y alumnos, gracias 🙂

Ok. Así va la historia: Sábado de clases, estoy en break en espera de mi siguiente víctima (quiero decir alumno) y en eso recibo un mensaje de voz, invitándome a resolver un tema: Mi colega tiene una alumna y pareciera que tiene problemas para encontrar el acceso a su voz de pecho sin que suene flotada (Si le vas mucho a los tecnicismos vocales, quizás mi forma de explicar te parezca bastante burda, sin embargo preferiría pensar que es un tanto creativa y divertida). Ok, podrás decirme «pero eso es ilógico, cualquiera sabe que la voz, registro de pecho parte de donde hablamos, revisa si tiene algo de textura en su voz, el apoyo, etc». Estoy de acuerdo, sin embargo antes de entrar a un diagnóstico complejo, encontrar TU VOZ (ahora sí en un sentido un poco más existencial) puede resultar más complicado de lo que crees.

Técnico: resulta que dentro de toda esta ambigüedad del canto, voz de pecho puede referirse a:

  1. Parte de tu rango vocal, o registro vocal
  2. Área de resonancia
  3. Timbre

De las cuales sólo abordaré la conexión entre mi voz hablada y mi voz cantada. ¿Cuál sería el objetivo máximo? que dentro de un espacio de notas cómodas exista un match entre ambas, vaya que no exista un cambio drástico de color al hablar y cantar dentro de notas que están en el área donde hablamos (osea cómodas)

Atención maestros y alumnos: en la primera sesión con mis alumnos, les pido que me cuenten de su vida, a qué se dedican, qué les gusta hacer. Vaya, que hablen, me platiquen (estoy ayuda a romper el hielo, a presentarnos y saber a qué se dedican VITAL al menos para mi, para conocer el comportamiento de sus voces, pero ya hablaré de eso en otro post). Mientras me platican, (y esto lo aprendí de mi gran maestro, Ray) comienzo a tocar notas que se asemejan a donde hablan (en promedio) una vez que localizo una nota que se repita constantemente (y no, no se preocupen, no creo que todos hablen en Fa o algo así, saludos Gaby), parto de ahí para encontrar algunos ejercicios que sean de pecho. Mi favorito: EL ROBOT (o una simple nota pedal).

Maestros, recordemos nuestras primeras clases; si eras muy buen cantante desde un inicio, qué envidia no leas esto jaja, si eras como yo que tuvo que trabajar por entender, por favor, continúa (No se crean, ambos continuen por favor), era bastante difícil cantar frente a un extraño que sí podía afinarse, que no le temblaba la voz y que probablemente sabe lo que esta haciendo. Olvidamos, el cómo podría sentirse nuestro alumno, y es bien importante regresar a una zona segura para que puedan expresarse libremente. Así que, como aprendí alguna vez en un curso de arte y pedagogía: volvamos al juego.

Así que me gusta empezar por hablar como robot. ¿Por qué? por que a veces siento que podemos «fabricar» o «maquillar» demasiado el sonido que emitimos al cantar. Cantantes, aquí pecamos mucho de «cantar con muchísimo estilo» la vocalización (que en momentos es muy válido) pero que cuando la instrucción es conocer tu voz pura, debes ser capaz de poder emitir un sonido limpio y libre. Entonces, una vez que logro eso, y que hago mil caras, digo muchas frases para que mi alumno las repita, los hago reír,  comenzamos con palabras y frases: «Hola, ¿cómo estás?» SENCILLO. Algo que hacemos todos, todos los días. Una frase sencilla. Entonces ya que ellos reconoen lo simple, los conecto través de un ejercicio más real a mi objetivo «que conozcan y re-conozcan su voz de pecho». Que vean que tiene graves y agudos, que se estira, que es cómoda e incómoda. Que juntos exploremos qué logra hacer el alumno y sobre todo, se concientice de lo que está sucediendo para que vaya alimentando una independencia (por admitámoslo maestros, los amamos, pero no podemos estar detrás de ellos cuidando cada decisión vocal que toman, y también es lo bonito de esto).

Así que después de 3 voice notes que le envié a mi amiga de aproximadamente más de 3 minutos cada uno (me disculpo, me obsesiona el tema y puedo hablar de esto siempre) Le compartí lo que había funcionado con mis alumnos, con la esperanza de que pueda hacer que su alumna aterrice la idea (no he sabido el desenlace de esta historia, pero fingers crossed!)

Mi consejo aquí es:

  1. Common ground: encuentra un punto de encuentro y conexión (esto va tanto como para el maestro y el alumno, es responsabilidad de ambos involucrarse en el proceso). Todo esto para promover una sesión más amena y relajada, trabajamos con tu cuerpo y necesitamos que estés relajado, querido alumno.
  2. Back to basics: vamos a hablar y platicar primero. Si puedes hablarlo, ¿que crees? también puedes cantarlo! sólo necesitamos encontrar la manera de conectarlo y hacerlo consciente, pero no te preocupes, para eso estamos en clase. Para aprender.
  3. Diviértete: concentrado no significa aburrido. Sé creativo y verás como las cosas solitas se van acomodando.

 

Creo que a veces queremos complicarnos la existencia con la sobriedad y seriedad de las clases, pero a mi gusto, cantar es algo tan intuitivo y experimental que podemos divertirnos y asombrarnos en el proceso. Espero te sirva.

 

Nos vemos en clase.

 

 

 

El alumno, el espejo y la vocalización.

Vocalización: Ejercicio de canto que consiste en realizar una escala de notas empleando una sola vocal o sílaba. «la vocalización permite controlar la regularidad y la calidad en la emisión del sonido»

 Pensemos en un día de entrenamiento en el gimnasio. Cada persona asiste para atender una necesidad específica: están los que quieren ganar masa muscular, perder peso, tonificar, fortalecerse como actividad secundaria a una disciplina. Para esto, es importante entender nuestro cuerpo, respetarlo y saber cómo podría sacarle mayor provecho.
Lo mismo con tus clases de canto.
Tus clases de canto no solo son un espacio donde puedas expresarte y cantar a todo pulmón tu repertorio favorito. Es tu área de trabajo y fortalecimiento. Literal, tu coach o tu maestro te dará ciertas rutinas, que deberás ejecutar en cada sesión con un objetivo. ¿Cuál te preguntarás? podrá ser para tu afinación, agilidad, colocación, potencia, reconocimiento de tus resonadores (o todas las anteriores). Y aunque es muy importante que tu maestro pueda proveerte de una buena guía, es igualmente valioso tu concentración en este proceso.
SI, leíste bien. Tu completa atención a lo que sucede durante tu sesión. ¿por qué? porque cantar es hacer consciente lo inconsciente.
Ahora, elaboraré un poco más mi análisis. Ya te había contado mi razón de tomar clases de canto, poder hacer con mi voz lo que yo quisiera (que ambiciosa). Así que mis días de clase consistían en lo siguiente: recuerdo llegar a una pequeña escuela, cerca de la zona de centrito valle, abrir una pesada puerta y subir unas escaleras cuyo piso estaba tapizado por una alfombra roja, llegar al segundo piso y entrar a un salón en donde encontraría un espejo sencillo de cuerpo completo, un banquito, el escritorio, mi maestro y su piano. A diferencia de lo que pudieras pensar, llegar a mi clase me provocaba un poquito de nervios. Sentía que no tenía ni idea de lo que estaba haciendo. Al llegar, saludaba a mi maestro, entablábamos una pequeña charla para ir rompiendo cada vez más el hielo y después de las formalidades, mi maestro comenzaba a darme algunas instrucciones de ejercicios de vocalización. Y ahí estaba yo, sentada, tratando de replicar los sonidos que mi maestro emitía, preguntándome si me veía curiosa, preguntándome si estaba sonando tan mal como pensaba en mi cabeza (y en mis oídos) si acaso estaba haciendo caras raras o si inclusive mi nariz se veía mucho más grande de lo normal. Me preocupaba por todo, menos lo importante: lo que estaba sucediendo con mi voz y mi cuerpo en ese momento. Y claro, es entendible. Yo siempre he pensado que una clase de canto nunca es igual para nadie. Es que dentro del desarrollo de la técnica, realizamos una búsqueda experimental y subjetiva dependiendo de cómo vaya sensibilizándose cada persona.
En ocasiones, cuando no lo pensaba mucho y solo cantaba, notaba que mi maestro sonreía y me decía: “¡Perfecto! vamos a repetir ese lugar que acabas de encontrar. ¿Lo sentiste?” y en lugar de pensar en la retroalimentación positiva, pensaba en ¿De qué está hablándome? ¿Lugar? no puedo ver. No puedo ver mis cuerdas, no puedo ver nada de lo que estás hablándome. Solo puedo ver mi boca hacer los gestos más extraños, notar las mil caras que hago para poder hacer sonar una vocal “decente” a los ojos de mi maestro. Pensaba “No, no puedo repetirlo, o vaya puedo intentarlo pero no sé como vaya a salir” (aquí entraría mi frase favorita de Yoda: Do or do not. There’s no try). La verdad, es que en retrospectiva estaba haciendo el mínimo esfuerzo por involucrarme en mi clase (algo como cuando Andy Sachs hace el drama laboral de su vida porque Miranda Priestly no la quiere, y Nigel la hace ver que no estaba en realidad esforzándose por involucrarse correctamente en su trabajo al ser criticona y sintiéndose intelectualmente superior a la vida superficial de aquellos involucrados en la moda y demás aspectos que no analizaré ahora, pero que probablemente vea en estos días la película, porque es de mis favoritas).
Volviendo a mi historia, durante los 40 min que estaba ahí, admito que dejaba toda la responsabilidad a mi maestro y me conformaba con los últimos 10 min en los que podía cantar lo que yo quería (y luego todavía me preguntaba por qué no avanzaba o por qué no me salían algunas canciones). Hasta que un día, por fin el destino buscó que aprendiera mi lección: oficialmente recibí mi primera llamada de atención por mi falta de interés en clase. Sucedió algo así: misma rutina: saludo, plática amena, pasamos a los ejercicios, insistentemente se me invita a pararme frente al espejo para revisar la apertura de mi boca y mis vocales, específicamente la “o”. Ah la “o”, mi vocal que me dió tanta lata, que era enrollada, hacia atrás y algo engolada. Se me había pedido que acomodara mi “o” de forma adecuada a lo cual, dije que no necesitaba el espejo porque “QUE VERGÜENZA, tengo 22 años y claro que puedo hacer una vocal que aprendí en el kinder”; que no pueda controlar mi propio cuerpo sin ver, así que decidí hacerlo “bien”, hasta que el piano se detiene, el maestro eleva la mirada y me dice muy serio “No, ya te había corregido muchas veces y sigues sin hacerlo”. Admito que me congelé un poco. Tenía razón, no había estado esforzándome por pensar en la incomodidad del espejo, en la incomodidad de mi sonido, pensando en lo que “debería de ser” y de lo que actualmente no era y en consecuencia en lo que no se iba a convertir. Demasiados fantasmas en mi cabeza que no dejaban ponerme a trabajar.
Flashback, estoy frente al espejo, puedo notar el suéter verde esmeralda 3/4 (favorito de momento), bufanda de colores (recuerdo de mi intercambio en Francia) y que estaba usando lipstick (nunca lo hacía, gracias Tracy). Abrir los ojos un poco más y darme cuenta que lejos de cómo me veía, como en los Thundercats, no estaba viendo más allá de lo evidente, notaba lo superficial y no el verdadero trabajo que quería lograr. Estaba distraída por mis miedos e inseguridades, y aunque si, estoy frente a alguien que está guiándome, yo tengo que ayudarme al caminar. Pensaba, había llegado a ese lugar porque quería cambiar, quería aprender. Quería hacer algo diferente o podía dejarlo así, en la comodidad o realmente enfrentar lo que veía en el espejo, trabajarlo y ver que hacia dónde podría llevarme. Así que después de unas incómodas y graciosas sesiones frente al espejo, ahora la “o” es de mis vocales favoritas para vocalizar.
Ok, de regreso a clase; y eso, ¿para qué me sirve? Para desarrollar tu técnica. Para mi, la técnica es saber qué me sucede, poder tener la “libertad” de tomar decisiones vocales adecuadas y en consecuencia tener un control de mi instrumento. Traducción: hacer lo que tu quieras con tu voz (¡Tarán! mi objetivo principal desde un inicio)
¿Sé puede? La respuesta es: SÍ. Pero, dependerá de tu responsabilidad como alumno. He escuchado muchísimas quejas acerca de maestros que no “son buenos”. Y aunque puede ser muy cierto, creo que es muy importante que como alumnos, seamos conscientes de nuestra responsabilidad en el proceso, de incluirnos, preguntar, investigar, trabajar y de aprender a enfrentar algunos fantasmas puedan interponerse en nuestro camino.
Así que la próxima vez que estés en clase, decide si quieres solo vocalizar, cantar los últimos 10 min o trabajar áreas específicas. Deja que tu maestro te guíe, pero ve con ánimos de aportar y aprender.
¿Qué hice yo? Me cambié de carrera a medicina y tomé clases de anatomía (NOT). Pero sí investigué muchísimo de cómo es que funciona nuestro cuerpo y déjame decirte que es bastante sorprendente y muy bonito. Por ejemplo, aquí te dejo un video bien padre de cómo es la laringe y su rol (está en francés, así que doble aprendizaje para ti):
Por acá otro más a detalle de nuestras cuerdas vocales y conocer algunas en acción:
No le tengas miedo al espejo, es decir, no tengas miedo de ti. Te vas a sorprender bastante de aprender qué puedes lograr.
Nos vemos en clase.

Hola cantante, te vas a enfermar. Es común.

Resfriado, gripa. Es común.
Menos en los cantantes. No podemos exponernos al frío, la gripa, y en consecuencia ronquera. ¿Te enfermaste? ah, probablemente no te cuidaste lo suficiente. Como si eso no fuera ya bastante, lo que realmente pesa es la frustración de no tener control de tu más preciada posesión: tu voz.
Porque, admitámoslo ¿quién eres si no cantas? o al menos eso me pregunto en mis momentos más existenciales. ¿Qué se supone que haga sin mi voz? Todo lo bonito que siento y puedo expresar es a través de ella (y si me conoces, sabes perfectamente que además de cantar, hablar es una de mis actividades favoritas). La solución a mi problema: guardar silencio.
No saben el pavor que me da el silencio. Las pausas, la ausencia de sonido, de música. Siento una falta de paciencia impresionante. En estos momentos, mientras escribo desde mi cama (en mi descanso obligado, por que no conozco lo que son vacaciones hasta que me pasa algo así), quisiera poder emitir algún sonido limpio y sin que se rompa. Sostener una nota de forma natural en estos momentos, me es imposible, y llevo así varios días. Tu podrás decirme: “bueno, Jimena ¿y cómo es que te sucedió eso? De seguro no te cuidaste. Podría decirte que se resume en mucho trabajo, desvelos, viajes, exposición a cambios bruscos de temperatura. Y aun así, no tendría la respuesta exacta. ¿Por que? por que no siempre estoy en control.
A principios de diciembre, fui con mi otorrino de cabecera y me dijo: “estás bien, es la época, trabajas con mucha gente y lo que tienes es un cuadro viral”. Virus. V I R U S.
Con o sin explicación. Procuro procesar eso para no romperme la cabeza en mi falta de cuidado, en buscar la perfección de mi cuerpo y entender que en el año, realmente no me he enfermado ni una sola vez. HASTA AHORA. Y que la perfección, no existe. Y que mi cuerpo, necesita descanso, necesita los altibajos, requiere de cuidado (por supuesto) pero el enfermarme, o aceptar que tengo que descansar no me hace irresponsable con mi “instrumento” (de hecho, estoy todo lo que debería, solo como dirían en Hamilton: “oh I can’t wait to see you again, it’s only a matter of time”).
En una ocasión, mientras buscaba opciones para seguir preparándome como cantante, revisé el programa académico de una universidad y llamó muchísimo mi atención que dentro de su plan de estudios, así como hablaba de las competencias a desarrollar al cursar la carrera, de la posibilidad de “lesionarse” (cosa que ya no me ha tocado leer). Aunque esto pudiera sonar bastante alarmista, pesimista o inclusive mal visto para la universidad, pienso totalmente lo opuesto, creo que es lo suficientemente honesto y realista. Tu cuerpo se desgasta, se trabaja, se puede lastimar. Y es parte de la vida. Eso no lo hace menos hábil o útil. Una ronquera no te hace débil. Tu paz mental te hace fuerte.
Vámonos al otro extremo. Hace meses, leí en “The guardian” un extenso, muy técnico y elevado artículo sobre cómo la microcirugía en las cuerdas vocales, era un recurso bastante solicitado en cantantes profesionales. De cómo los hemos orillado por el exceso de trabajo a recurrir a estas tan temidas y peligrosas opciones (remontándonos al caso fallido de Julie Andrews). Hablando de cómo Adele, había perdido sus habilidades vocales debido a intensas giras, viajes, excesos y abusos, de cómo se sometió a la maravillosa cirugía, se recuperó y ahora vuelve a cancelar sus giras. Y ahí vamos todos a opinar.
Admito que la información cuando circuló por mi cabeza, mi respuesta fue bastante negativa: “no se cuidan” pensé, y hasta llegué a compartir esa opinión con mis alumnos. La verdad es que, ni sé, ni me consta (Adele mi íntima amiga, no ha podido contestar ni mis llamadas o mensajes, pero meh, está muy ocupada, se hace lo que se puede). Entonces, ¿qué podría saber yo acerca de cómo se cuidan los demás? Más bien, la pregunta debería ser ¿Qué estoy haciendo yo para cuidarme y promover una buena salud vocal para mis alumnos? y lo que es mejor ¿Cómo entender, que solo es una gripa y cansancio?
Dejemos a un lado la palabra “normal” y hablemos sobre qué efecto me causa estar constantemente enfermo. Muy sencillo: Si constantemente te encuentras afónico, disfónico, alérgico o cualquier otro evento que te impida usar libremente tu voz, y quisieras usarla, nos encontraríamos en un estado negativo.
Creo que cualquier alternativa mientras sea saludable en un largo plazo, no seas dependiente y te provea de un buen rendimiento, es un escenario positivo.
Ahora, que si como yo estuviste en cama, leyendo esto, te comparto lo que he procurado hacer para apapacharme en lo que pasa la enfermedad:
    1. Tomar muchos líquidos: Arrasar con la vitamina C, tomándome un delicioso jugo de naranja recién hecho y muchos líquidos. Algo que no recomiendo (y perdón mamá si estás leyendo esto), pero si estás produciendo flemas, evita todo lo que tenga azúcar. Me prepararon una deliciosa limonada que después me trajo con una sensación de pesadez en la garganta (culpo al azúcar), así que mejor opté por agua natural.
    2. Té: de preferencia natural (no de sobrecito, aunque sí, claro que consumo té de manzanilla en sobrecito). He traído una tos muy productiva y una no tan productiva (la peor, que te cansa, te desgasta y te irrita). Así que he estado oscilando entre té de manzanilla, jengibre. Lo mejor sería tomar té de gordolobo (chistoso, lo sé) es el mejor para combatir la tos, y aunque no lo he hecho, en una ocasión de tos intensa lo tomé y santo remedio. Con natural me refiero al té de jengibre. Compra la raíz, es muy sencillo prepararla y de verdad que el efecto es mil veces mejor. Dentro de mi desesperación por la afonía, corrí a comprar jengibre y oh sorpresa, no había. Así que corro a la sección de tés para encontrar un supuesto (y muy caro) té de jengibre con naranja QUE NO HACÍA NADA.
    3. Dormir. Subestimamos esto por mucho. El descanso es bueno, es importante, es VITAL. Tu cuerpo necesita ese tiempo de reposo para recuperar sus energías. Inténtalo. Para mi fue muy difícil (aunque no lo parezca), acostarme y ver series, no hablar e intentar dormir en las tardes. Lo hice 3 días y me recuperé mucho más rápido que el tomar cualquier otro medicamento.
    4. No hables. Ni bajito, ni casi “en secreto”. De hecho es peor. Tus cuerdas necesitan regresar a su estado natural. Si continuas la vibración lo único que harás es provocar un desgaste aún mayor, promoviendo la inflamación y hasta el rompimiento de algunos vasitos sanguíneos que impedirán su correcta función.
    5. Medicinas con horario. Si ya estás en un tratamiento, complétalo en tiempo y forma, no porque ya te sientas bien le metas turbo a tus actividades, ve poco a poco.

Sonríe. Estás enfermo. Está bien, es común. No hiciste nada malo, o a lo mejor te excediste, pero ya estamos aquí y no queda más que recuperarse, y cantar de nuevo. 3 opiniones de amigos médicos pedí y todos dijeron lo mismo: descansa, líquidos y muchos tés.

Nos vemos en clase.

¿Qué canto? Guía para preparar tu libro de audiciones (Book)

Guía para preparar tu libro de audiciones

Imagínate que en este momento, un perfecto extraño se acercara y te preguntara si algo de lo que lleva puesto se le ve bien. Esa persona te ve con todas las esperanzas de que le resuelvas su gran duda existencial. Te sientes comprometido. Podrías darle tu opinión honesta, acertar o fallar rotundamente. Bueno, creo que es una de las preguntas que más nos hemos hecho como cantantes y honestamente en ocasiones es muy difícil de contestar; más si el maestro al que le haces la pregunta no conoce tus capacidades vocales.
 
He estado investigando con diferentes maestros, a través de recursos en internet y la respuesta siempre es la misma: puedes cantar lo que tú quieras en una audición, siempre y cuando conozcas y domines tu material y habilidades vocales”.
Entonces, quizás no pueda darte una respuesta inmediata de qué cantar, pero en lo que sí puedo ayudarte es cómo integrar tu libro de audiciones (comúnmente llamado “book”), con el objetivo de siempre estar preparado y tener un amplio repertorio de piezas.
¿Qué es un book?:
Es una carpeta/cartapacio de plástico, de 3 aros metálicos (puedes conseguirlo en tiendas para materiales de oficina), que contiene las partituras de diversas piezas seleccionadas por ti y supervisadas por tu coach, como material de audición. Partituras que están en la tonalidad adecuada para ti, presentables, con las correctas licencias (puedes obtener gran parte de ellas en esta página: https://www.musicnotes.com/ está bien padre y puedes tener una copia en digital e impresa, en la tonalidad adecuada para ti y con tu nombre; inclusive hay compositores que en su página tienen su material en tienda en línea), impresas por ambos lados. Hay opiniones divididas respecto de la presentación de partituras. Pero lo ideal es que sean legibles, si llegas a utilizar micas transparentes, recomiendo utilices matte para evitar el reflejo de la luz.
 
¿Por qué partituras y no sólo la letra de mis canciones? Ok. En mi ciudad (Monterrey) rara vez te requieren tu “book”, si tienes suerte te pedirán pista, o muchas veces hay que audicionar a capella. Pero eso no nos exime de tratar de hacer las cosas bien y preparar nuestro libro de audiciones. Otro de los beneficios que tiene, es que visualmente puedes saber cuántas canciones tienes, tu avance y hasta puedes ir armando diferentes “tomos” (suponiendo que has preparado muchísimas canciones). No hay nada mejor que conocer la raíz de tu canción, es decir, saber cómo está escrita y qué notas son por default. Una vez que las domines, podrás agregar, cambiar y hacer con tu canción ¡lo que quieras!
 
¿Cómo son las canciones que debo tener para una audición?
 
    1. Canción Uptempo y Balada: Piensa en contrastes. Es importante tener estas dos canciones para poder mostrar diferentes habilidades vocales. En una ocasión estaba preparándome para una audición, tenía que llevar una canción y un monólogo y la recomendación fue la siguiente: Si vas a cantar una uptempo, procura entonces que tu monólogo sea algo dramático (y viceversa).

 

  1. Corte de 16 compases para uptempo y balada: Por tiempos, es poco probable que nos permitan cantar una canción completa, así que se busca lleves tu pieza con tu corte de 16 compases (o tu pista de aproximadamente 1 a 2 minutos). Aquí hay que ser muy selectivo en lo que quieres mostrar. Te recomiendo evites piezas con introducciones largas o un comienzo sin cambios significativos. Recuerda que es tu tiempo de brillar y mostrar tus habilidades, ¡utilízalo sabiamente!
 
Una vez que tengo claro qué debo tener en mi “book”, ¿Qué canción te recomiendo cantar? Como dije antes: lo que tu quieras. Investiga, conoce y experimenta. Recuerda que eres un instrumento, ¡no limites tus habilidades! Te dejo aquí una pequeña lista con algunas recomendaciones, estuve investigando y traté de integrarla lo mejor posible, pero si encuentras todavía más opciones, ¡qué mejor!
 
    1. Jazz Standard: A nadie le duele tener un bonito autumn leaves, summertime, someone to watch over me. Busca un poco, experimenta. Muchas canciones de musicales han sido transformadas en este estilo musical.
    2. Teatro musical clásico Cole Porter, Rodgers y Hammerstein, Styne, Adler. Por mencionar algunos.
    3. Canción cómica: supongamos que hay audiciones para un musical donde el personaje es súper extrovertido, cómico inclusive. Recuerda que preparar el material adecuado para nuestra audición y si buscamos tener ese papel, sería importante mostrar nuestras habilidades cómicas. Pueden ser las llamadas “character” que son monólogos en canción o “patter” canciones muy veloces que pondrán a prueba tus mejores trabalenguas.
    4. Canción de teatro musical contemporáneo: musicales que han sido compuestos recientemente. 
    5. Una canción por década: De pronto, saberse canciones que te ponían tus papás empieza a tener sentido. Piensa en musicales jukebox (Mamma Mia, Rock of Ages, Mentiras), musicales que utilizan canciones de otras épocas.
    6. Canción “legit” y “belt”: “Legit”, esto me rompió la cabeza por mucho tiempo. Se refiere a que utilices tu voz de cabeza (para musicales más clásicos) y “Belt”se refiere a musicales contemporáneos.

 

Ahora sí, con libro de audiciones en mano, alimentarás tu conocimiento musical, notarás tu progreso dominarás más estilos y estarás listo para cualquier tipo de audición y en consecuencia tu duda será en ¡cuál canción elegir!

 
Nos vemos en clase.
Scroll Up