Muchas gracias por ser parte de este proceso.

“Muchas gracias por ser parte de este proceso. Desafortunadamente el equipo creativo considera que en esta producción no tenemos algo que ofrecerte”

Entre ni el barullo de la plaza, el ruido interno en mi cabeza de «sí o no», la culpa de la combinación más rara entre un chocolate caliente, crepa de plátano con nutella y las papitas fritas que acababa de comerme, no hubo más que un silencio y calma (creo). Solo era un correo y contenía la frase más temida a recibir por muchos que nos encontramos en proceso de audiciones: Gracias, pero no gracias.

Las preguntas son infinitas, se paraliza el tiempo y la angustia comienza a crecer dentro:
¿Por qué no quedé?
¿Ya terminó todo?
¿Será que me puse el outfit inadecuado?
De seguro notaron mis nervios.
Tanta inversión en cursos y clases ¿para esto?
¿Para qué hacía el viaje si me iban a decir que no? No contaba con ese gasto…
¿Qué es este sentimiento? ¿Por qué decidí intentar esta profesión?
Y la peor: ¿será que no tengo talento?

Alto ahí. Nada ni nadie podrá evitar que sientas estas emociones. La desilusión, tristeza, ansiedad e incertidumbre son etapas que creo necesarias para acreditar tu crecimiento en esta parte de tu historia .

¿Algo que ofrecer? Sabes algo, creo que prefiero pensar lo siguiente: tienes TANTO que ofrecer que para la reducida lista de características necesarias para esta específica producción, resultas inadecuado. Pero es mucho más sencillo darle la connotación negativa en vista del resultado obtenido y que buscamos pertenecer. Conseguir un sueño, quién diría que perseguir un sueño sería sencillo.

¿Por qué es tan complicado? Uy, una infinidad de factores. Puede ser que te sientas tremendamente identificado con el proyecto y sea tu sueño participar, porque quieres probarte en las grandes ligas, y a esto me refiero porque no existen tantas producciones de calidad en donde no solo sueñes con brillar orgullosamente en aquel programa de mano, sino que tengas la oportunidad de trabajar con los mejores, exploten tu talento y te hagan ser el mejor. Eso es complicado.

Volvamos al presente. Voy en un vuelo de regreso a casa, como muchos de mis amigos que tomamos el riesgo de subirnos a un avión a ofrecer tanto, para ver si podíamos acotar lo suficiente. ¿Que cómo me siento? Aún no lo puedo describir muy bien. Pero te cuento así fresquito para alterar la evidencia lo menos posible (procuraré reservarme la edición): me siento orgullosa de mi trabajo, de valorar lo suficiente para no permitir que ésta “negativa” me tumbe como pudo haberlo hecho antes (porque lo admito, lo ha hecho). Porque aunque sea lo que sea (decisiones de perfil o no) yo prefiero pensar que así fue y que lo que entregué en esa audición era honesto, vulnerable y capaz. Me siento triste, porque no avancé. Porque hice un esfuerzo en muchos aspectos que no se si estaba lista y que ahora habrá que enfrentarlo. Me siento cansada, porque dormí fuera de casa, me enfermé del estómago, me bañé con la presión de agua más pequeña del mundo, en un depa pequeño, durmiendo en cama ajena (no tan cómoda pero si acogedora), recordé lo que era tener roomies y caminar grandes distancias con la mochila sobre mis hombros. El comprar un súper, administrarlo. El perder la comodidad de tu auto o las calles conocidas. El recordar disfrutar de perderme en la ciudad, los museos y de las costumbres de la gente. Tlacoyos en la calle y aventarte a probarlos (aunque sea poquito). Me siento valiente, porque la ciudad no me asusta, ni sus historias, ni sus personas. Al contrario, me motivan y me emociona el encontrarme con ese tipo de retos (por más intensa que suene). Me siento sorprendida, de todas estas emociones porque no sabía que esto significaba tanto para mi, lo cual deberé soltar, y procurar contarte lo importante de prepararte y seguir adelante.

Porque tuve la oportunidad de hacer un proceso de audición con gente increíblemente talentosa. Porque tuve la oportunidad de hacer una audición frente al equipo creativo de un musical posicionado en Broadway. Me di la oportunidad.

¿Que te digo? Es maravilloso ver a la gente llegar puntual a sus audiciones. Con partitura bajo el brazo. Verlos a unos concentrados, algunos alejados pero alertas. Con sus termos en mano, sabrá Dios si solo era agua caliente y miel, té, o la bebida que les diera ese extra de seguridad como la pócima que les da Michael Jordan a los Looney Tunes al medio tiempo de los monstars (space jam). Notar sus nervios antes de pasar y darte cuenta que claramente era un espejo a ti mismo. Sus sonrisas al cruzar la puerta y al salir, o algunos suspirar. El ir y venir del staff de producción, que no para, que se les nota cansados de escuchar a tanto cantante, caminar las mismas distancias un día entero y que probablemente sus únicos breaks sean para ir al baño o comer. El reconocer a tu gente y sentirte menos nervioso al menos, dividir el peso al conversar de trivialidades y darte cuenta que estás en una audición y lo “prudente” sería re leer una partitura que ya te sabes.

Que si tomas agua. Que si mejor ya no. Que si las pastillitas de propóleo, los granitos de sal o las ocasionales trompetillas de algún vecino o vecina. El sentarte en las mesitas altas porque están más cerca de la puerta o mejor pararte. Pensarle para ir al baño para que no te vayan a regañar por ausencia. Escuchar tu nombre acompañado de un “prevenido” y que la electricidad te recorra el cuerpo. El notar que alguien viene completamente solo, está nervioso y no sabe si puede integrarse a tu grupo (puedes hablarle, ser competitivo no significa no ser amable).

Que ¿qué fue lo que sucedió dentro de la sala?. Te puedo contar parte por parte. Cómo llevaba el suéter negro, mis botitas y la falda rosa (que es cómo mi signature en la vida y aún no entiendo cómo llegué a eso dado que es un color que detestaba, pero ok de vuelta a la historia). Cómo abracé mi book para sostener cada parte de mi. Como ví al piso y al levantar la mirada sonreí, ví la puerta abrirse y al escuchar: «Jimena, adelante» caminé con seguridad. Cómo dejé mis partituras en el atril, observé el cuarto, saludé a todos los presentes en español y posteriormente en inglés (porque sentía que sería demasiado descortés al no hacerlo). Cómo me pidieron interpretar la pieza, sentí la electricidad, los nervios y dije: DÉJATE IR. Y así fue. Conté una historia, aproveché mi momento. Terminé y lo más inesperado y agradable fue recibir comentarios positivos.

Suena bien padre, ¿no crees? Tantos comportamientos sociales, todo en un periodo de 30 min a 1 hr. Por eso mi insistencia de: ve, lánzate a la audición, vívelo tú y cuéntame tu historia.

Hoy mi historia no es como maestra, sino como cantante. Cómo empaque y me fui de casa pensando que ahora sí estaba empezando un proceso que podría llevarme lejos de todo lo que tenía tan cerca. Y aunque suene bien dramático (finalmente así somos los artistas) ya estoy de vuelta, créeme que aquí es donde te das cuenta de qué estás hecho, tú y tus sueños. El pasar una sensación de ansiedad que jamás había experimentado: “te avisamos por correo”. Mejor me hubieran dicho que me moría (broma). Pero siendo honesta pensé: “y ¿si sí?. Ay nanita, ¿qué implicaría? No había llegado tan lejos, no había experimentado esta madurez y comentarios positivos. Ese día, había caminado muy lejos de casa, y aunque no soy muy apegada, por unos minutos, mi mundo comenzó a desmoronarse, con la promesa de construir algo nuevo y diferente.

Volvemos al inicio de mi historia. Tres personas en una mesa en una plaza donde mi historia pasaba junto a la muchísimas más. Con el celular en la mano, dando refresh sin parar pensando «ok, sí, va» y justo antes de que mi mente pudiera divagar más, recibí el “fatídico” correo. Pensé que desataría otro tipo de emociones en mi, pero aparentemente no lo fue. Me sentí de alguna manera, libre. Y por supuesto al día siguiente, muy enferma de tanto estrés.

El viernes volé a casa, siempre volando en mi cabeza. Los sentimientos por todos lados, porque tuve un pequeño destello de un mensaje del universo que continuamente me dice: esto podría ser. Me lo dijo cuando decidí cantar un solo por primera vez y quedé. Me lo dijo cuando decidí audicionar en proyectos de escuela y quedé. Cuando quise audicionar a AMDA y me ofrecieron una beca (pero no pude asistir). Cuando tomé el primer vuelo y tuve el primer callback. Esto siempre podría ser, pero ¿estaré lista? ¿Será el tiempo? Creo que cuando es para ti, es que la vida lo cruza en tu camino. No hay casualidades. Solo señales en el viento.

Antes de que consideres que mi historia puede ser un second best o un fin más de cualquier cantante en un filtro muy pequeño, no terminé de contarte que mi correo concluía con: “Gracias, nos vemos en las próximas audiciones”. Por supuesto, genérico para darse abasto con la cantidad de personas a enviárselo. Pero la diferencia es que yo reconozco que mis sueños, mis ideas, yo no lo soy. Así que, sí, gracias. Por la oportunidad de escucharme, pasar filtros y permitirme hacer una audición frente a los grandes. Gracias a mis maestros que me prepararon para este momento. a cada persona que se tomó el tiempo de mandarme buenas vibras y apoyarme en mis momentos de duda. Por supuesto que me verán con muchísimo que ofrecer, abrazando con valor nuevamente esta vertiginosa incertidumbre.

Nos vemos en las próximas audiciones.

4 razones para invertir en un micrófono.

Porque nos encanta la versatilidad, hablemos hoy de otro giro musical que podemos tener los cantantes. Gigs, jams y ensayos. Hoy saldré de mi zona de confort y hablaré como cantante de algo que quizás nos sea muy temido: los micrófonos *Suena música de terror*

Mi parte favorita de un ensayo o un gig, es cuando los músicos se instalan. Me fascina ver sus estuches, cables, instrumentos, stands, partituras/ipads. De verdad, se me pone la piel chinita de ver cómo hasta en eso hay un nivel de concentración. Su vida, sus años de trabajo están en la inversión de sus equipos. Quizás el hecho de que hermanos son músicos y que uno de ellos es guitarrista, actualmente de gira, cuidadosamente vela por tener la mejor calidad de sus instrumentos para darle un súper valor agregado a su gran talento, tenga algo que ver en mi gusto por los equipos.

Por otro lado, también he descubierto que es pesado tener que cargar con tanto equipo (vaya, físicamente complicado hacer algunas vueltas a tu auto para descargar digamos, una batería, un teclado), hace un año empecé a cantar en misas y sólo cargaba con un teclado portátil (muy ligero), un stand de micro, un stand para el teclado y se me hacía complicado, llegar muchísimo antes de la hora, conectarse, probar el equipo, ósea involucrarme como músico realmente, y no que no lo fuera ya o no lo considerara de ese modo, pero contamos con el maravilloso privilegio que como cantantes tenemos la ventaja que nuestro instrumento nos acompaña 24/7, no pesa, no «necesita» (y sí lo dejo entre comillas porque en realidad requiere de otro tipo de cuidado) de estuches, conexiones, stands, etc; puede que nos haga insensibles al tema de la necesidad del equipo.

Volviendo a este momento previo a tu ensayo o concierto pudieras sentir que no hay mucho que aportar (inclusive que ésta es la parte aburrida), y lo que es peor, esperas que todo el equipo se te brinde, ¡vaya¡ ¿cuántos de nosotros no hemos llegado a un ensayo , concierto, tocada (vaya, el escenario donde vayas a presentarte) esperando a que nos den micro en mano, sonido y todo listo para decir: 1, 2, 3, probando?. Aquí es donde quisiera hacer una nueva aportación y sugerencia: Aprende a adquirir tu propio equipo

¿Equipo? Pero Jimena, acabas de decir que tú eres tu propio equipo. Sí, y también creo que es importante tener TU micro y TU cable.

STORYTIME: Razones para tener tu micrófono:

  1. Higiene. Una vez me tocó tener un micrófono lleno de lipstick. Sí, lipstick. Y la persona que me lo dió, no era mujer. Quiere decir que ese micrófono había sido usado por «N» cantidad de personas o no lo habían limpiado después de alguien más lo utilizó. O que tal cuando te toca cantar en un bar ¿Has visto cómo hay personas que literal besan/babean el micrófono? Seamos honestos, nuestro instrumento depende de nuestra boca y como dirían en la película de Nemo «la boca humana es una asquerosa cavidad». Entiendo que habrán circunstancias donde no podrás ponerte tan requisitoso con el equipo que se te brinda, sin embargo, puedes tomar tus precauciones. Algunas sugerencias pudieran ser:
    1. Toallitas desinfectantes o spray. No es una solución permantente (porque en realidad la suciedad se guarda en la esponja que está dentro de la rejilla), pero puede ayudar en caso de que tengas que cantar en un evento con equipo que no es tuyo. Venden paquetitos de toallitas o sprays tamaño de viaje, con ellos al menos puedes limpiar un poco la rejilla para mantenerlo lo más limpio posible.
    2. Comprar una rejilla de micrófono: Si trabajas en un bar o banda versátil donde ya conoces el equipo que tienen, otra solución pudiera ser comprar una rejilla de micrófono (hay de todos precios, pero una rejilla para por ejemplo un Shure SM58 cuesta al rededor de $290 pesos). Así puedes llegar con tu rejilla limpia y personal (que es la bolita de metal que protege al diafragma).
    3. Conserva tu distancia: hablando de que se te proporcione equipo, aprende a cuidarlo lo más posible. Guarda una distancia aproximada de un pulgar de tu boca hacia el micrófono.
    4. Condiciones dignas de trabajo: Hola, cantar también es un trabajo y por si no lo sabías todos tenemos derecho a laborar en un ambiente digno y con recursos suficientes para desempeñar nuestra labor (ESTO TAMBIÉN APLICA PARA CANTANTES). Para redactar esta pieza, le pedí apoyo a amigos con experiencia en el tema, y no saben el gusto que me dió el saber que en la empresa donde trabaja una muy talentosa y hermosa amiga (ella canta en una banda versátil), la empresa lava las rejillas después de cada audición o evento.
  2. Profesionalismo: Una vez me invitaron a ser parte de una buenísima banda (shout out NUUP!). Llegando el momento de los ensayos, se me indica que nos reuniremos en un lugar a cierta hora. Total, llego con tiempo y pasa lo primero que les platiqué al principio, los músicos comienzan su ritual de «setearse» y ahí estoy, esperando mi micro (sin decir nada) y de pronto voltea uno de ellos y me dice «¿trajiste tu micro?… ¿QUÉ? (pensó Jimena un tanto nerviosa) ¿Mi micro?. «No, no tengo» le respondí. Amablemente me pasó uno que tenían ahí en el estudio y me sugirió en que adquiriera uno, inclusive hasta me dijo que no eran muy caros y que tendría puntos extra si me llevaba mi micro y mi cable, porque siendo honestos los cables se manipulan tanto que pueden dañarse. Entiendo que en producciones muchísimo más profesionales podrías dar eso por hecho (y que ni tanto eh, hace poco aprendí lo que es un rider técnico y vaya que es interesante). Pero hasta que no llegue ese momento, creo que puedes invertir en tu propio equipo.
  3. Práctica: Cuando fui al Berklee Latino, uno de los requisitos para el programa era llevar tu equipo. En ese tiempo yo tenía un Shure SM58 y me fui a comprar un cable (en total mi inversión habían sido como 2000 pesos). ¿por qué? porque tendríamos ensayos y sesiones de jams donde sería importante llevar tus instrumentos, estaban preparándonos para nuestra presentación final en un escenario. Piensa que no es lo mismo practicar con un cepillo, un bote con agua. Tu micro, tiene un peso. Tiene una respuesta y un manejo. Vamos a llamarlo como una «extensión tangible de tu voz», y creo que es importante que lo conozcas. A veces vemos cómo cantantes como Juan Gabriel (que en gloria esté) cantaba con el micrófono en el piso, intentamos imitarlo y resulta que no tenemos ni el manejo y proyección de su voz (mucho menos sus increíbles ingenieros de sonido).
  4. Pretty gear: Me encanta todo lo personalizado y lo que te da una identidad. Ya habrás notado que todo lo que sea rosa, rosegold o en esas tonalidades es algo con lo que me identifico (guilty of charge). Como te platiqué, tenía mi Shure SM58, que ocasionalmente compartía con otro de mis hermanos (hasta que se abolló la rejilla y pues pensé que sería un buen momento para hacer una inversión). Investigué un poco al respecto, y aunque quizás aquí me crucifiquen mucho, los shure no son santos de mi devoción (aunque sean los más utilizados y confiables). Me atrevo a decir que en gustos se rompen géneros y más allá de eso, en tecnología. Se vale buscar cosas que se adapten a tu voz. ¿Sabías que los músicos prueban sus instrumentos antes de adquirirlos? ¿por qué no nosotros? ¿por qué no habrías de investigar en esa extensión de tu voz para que reproduzca lo más fiel posible tu sonido? ¿por qué habríamos de dejárselo a alguien más?. Por supuesto, hay expertos. Creo que puedes asesorarte con expertos, pero no habrá nada como que tu lo pruebes. Así que por recomendación di con los Blue. Ah mi Blue encore200 en color Rosegold. Mi otro gran amor después de mi piano Yamaha (como verán, una vez que empiezas, ya no puedes parar). La realidad es que, al menos de lo que he estado leyendo, habla muchísimo sobre probar, lo que sea bueno para mi, no significa que sea forzosamente bueno para ti. Pero lo que sí podemos hacer, es conocer más al respecto. Hoy en día tengo mi micro, mi cable y hasta hace poco mi hermano, me convenció de mandar hacer cables personalizados (Literal es gris y tiene mi nombre, lo más bonito que hay). Como recomendación no adquieras equipo sólamente por el factor estético, sino que te sea funcional (por supuesto que si encuentras una opción que combine ambos, claramente ya ganaste…. como siempre). Otro pro de esto es que bien dicen, es diferente cuando sabes cuánto cuestan las cosas, esto también evitará que maltrates o seas menos cuidadoso con el equipo que te proporciona una producción.

En resumen: considero que adquirir un micrófono te da un plus en tu vida musical, te hace ser más consciente de manejar equipo profesional cuando se te provea, de ser responsable y darle mantenimiento a algo externo y necesario para tu trabajo. Si bien no siempre podrás utilizar tu micro o tu rejilla (porque dependerá mucho del proveedor y la marca del micrófono) el que tú estés preparado siempre será considerado con alta estima frente a los profesionales.

Nos vemos en clase.

 

 

Bienaventurados aquellos en espera de callbacks (sí es que hay), que de ellos serán las producciones.

Aceptémoslo.

Cantar en sí no es tan complicado, tomar clases de canto no es tan complicado. Complicado es someterse a la constante búsqueda de aprobación de terceros, entrar a un salón, exponer tu alma y corazón ante un panel con las mejores poker face que has visto, mientras en tu mente recitas audición tras audición «Pick me, choose me, love me»; cual Meredith Grey a McDreamy, con la intención de formar parte del cast y consecuentemente de la producción que cambiará tu vida.

Vaya profesión que fuimos a elegir. Cumples con lo tuyo, tomas tu tiempo para prepararte, cuidadosamente seleccionas la canción perfecta (o lo más cercano). Revisas cada detalle con tu coach o maestro de canto, juntos analizan cada intención, cada movimiento. Por supuesto 16 compases o aproximadamente 1 min de canción que diga algo así como: meprepareyesteesmirangovocalveanloquepuedohacerycontarunahistoriaquenopodránsabersinoconocenelmusicaldelcualleshabloperoaquíestoydetodasformasporfavornonotenmisnervios (o algo así).

Sí, quizás estoy un poco de nervios porque justo en este momento estoy en proceso de audiciones (una disculpa a los maestros que lleguen a leer esto) Pero bueno, al menos estoy canalizando mi estrés de forma positiva y creo que es importante saber cómo manejar estas situaciones.

Porque no todos lo sabemos, vamos por el principio ¿Qué es un callback?

Cuando vas a una audición, presentas el material indicado, una vez terminado y si al panel le parece apropiado puede llamarte nuevamente y continuar con un nuevo filtro. Nosotros le llamamos «callbacks» algo así como una «segunda entrevista de trabajo» (porque literal, es un trabajo).

¿Cuántos callbacks pueden existir? No sabemos, dependiendo de la cantidad de filtros que la producción considere necesarios.

¿Cuánto se tardan en dar callbacks? LA MÁS DIFÍCIL. Puede que ese mismo día se te pida que regreses más tarde, puede que al día siguiente te llegue un correo, puede que pase una semana. En una ocasión tuve una audición y pasaron casi 2 semanas (yo pensaba que ya estaba fuera de la jugada y justo ese día recibí una llamada que había sido seleccionada. Lamentablemente no hay un tiempo establecido, y por lo tanto el suplicio puede ser indefinido.

¿Me darán material adicional para mi callback? Puede que sí, puede que no. Cuando audicioné para el Rey León en CDMX,  al terminar mi primer audición (de la cual creo fervientemente que me lo dieron porque nunca en la vida había caminado tan lento hacia la puerta de salida), me dieron callback y me pidieron fechas para programar mi callback, así como un correo para que me enviaran material adicional. Material que ya llegada la fecha no me tocó presentar, pero que sí tenía preparado por si acaso.

Volviendo con la ansiedad que pudiera generarte esta amarga y dulce espera, te tengo varias verdades que me ha costado algo de tiempo aprender y que saliendo de cada audición procuro recitar:

  1. No tengo el control. Previo a entrar al salón donde será audición estoy en control de mi selección musical, de cuánto me entrené y preparé. De cuánto ensayé y le imprimí cada parte de mi a esto. De qué tan buena actitud tengo al llegar, presentarme y saludar, qué tanto entrego en mi audición. Donde pierdo control es al cruzar el umbral y dejar el recinto. La deliberación, el juicio. No estoy en control. Salgo y debo dejar ir.
  2. Disfruta Debo admitir que hasta ahora comienzo a disfrutar mis audiciones (siempre ha sido todo un tema para mi) he tenido buenas y malas audiciones, pero procuro buscar la palabra «satisfactorias». Ojo, esto no significa que pienso que todo lo hago perfecto, sino que hice lo que me toca. Busco esa tranquilidad de mi proceso, de entender que presenté una propuesta buscando que alguien la tomara. El primer paso lo di y estoy muy orgullosa, es de valientes pararse y presentarse. Saber que pueden cerrarte la puerta mil veces, levantarte y decir «va, de nuevo». Así que disfruto cada momento, cada nervios (como en esta última que casi me voy de espaldas TODAVÍA NO ME EXPLICO COMO, pero lo logré salvar), el que estuve temblando (cuando hace unos días les decía a unos amigos que yo no temblaba), pero que di toda mi energía y logré superar todas esas adversidades. Si quedo o no, será por otra razón.
  3. Siempre puedo mejorar. Soy crítica, pero no criticona de mi trabajo (porque si yo no creo en él, nadie más lo hará). No puedo ser destructiva conmigo y decirme de cosas. Lo que sí puedo hacer, es pacientemente y con cariño identificar en qué puedo mejorar, qué puedo seguir trabajando y sobre todo BUSCAR la ayuda necesaria. Va de la mano con el punto 2: disfrutar y ponerme a trabajar.

Ahora, si no haz ido a alguna audición te recomiendo lo siguiente:

  • Acá tengo un post de cómo prepararte para una audición: http://bit.ly/2Dpiou3
  • Por acá un post de cómo preparar tu repertorio o selección de canciones: http://bit.ly/2FBpJwB
  • Tips extra:
    • Calma. Sé que al estar frente al panel podremos sentirnos muy vulnerables, pero justo unos días antes un amigo me comenta: veremos a 180 personas. 180 personas. 180 canciones. De las cuales muchas pueden repetirse, muchos pueden ser muy talentosos, muchos podrán tener áreas de oportunidad, muchos no estarán preparados. Pero tendrán que pasar por ese proceso 180 veces. Pensamos muy fácilmente que el panel busca juzgarnos, criticarnos y destruirnos. Pero la realidad es que esperan que la persona que entre por la puerta sean quien están buscando.
    • Headshots. Muy importante invertir en tu presentación, he leído y se recomienda muchísimo que estas fotografías o sesiones sean muy naturales y seas tú mismo. Vaya, eso es lo que la gente que te audiciona quiere ver, nadie quiere llegar con una foto demasiado editada y cuando te presentes no puedan ni reconocerte. Recuerda «less is more».
      1. Imprime tus fotos y ten varias en stock (no andes corriendo como yo). Un excelente lugar es Costco (en acabado mate se ven increíbles), pero considera que se tardan como 1 hora en entregar y sólo es con membresía. Si andas con prisas, tu segunda opción pudiera ser Office Depot (ojo, su maquinita no funciona bien con dispositivos Apple) pero se imprimen bastante decente. Tu tercera opción tendría que ser Farmacias Benavides (también necesitas una app y la calidad de las fotos no es tan buena, el acabado jamás es mate y a mi gusto salen muy saturadas de color).
      2. En un mundo ideal, las fotos deben de ser tamaño 8×10 (sí, así de gigantes).
    • Lleva tu pista en tu celular. Por salud mental, no la lleves en drive o stream (hay lugares donde no hay buena señal de wifi y puedes estar en aprietos por eso). Recientemente me di cuenta que en Apple Music (aunque la plataforma es cero amigable) puedes encontrar muchas pistas de tipo Sing2piano y semejantes. Amigos con dispositivos sin entrada auxiliar como yo (sean propositivos y lleven su adaptador, no se confíen de que habrá todo).
    • Currículum: tu audición es totalmente una entrevista de trabajo. Quieren conocer de tus capacidades y tu historia. Como buen profesional, así como tienes tu CV, deberás preparar uno artístico (prometo hacer un post detallado al respecto y con descargables). Lo que sí es que como le dijeron a Elle Woods: «It’s pink, and it’s scented». Creo que vivimos en un mundo donde vale la pena expresarse libremente, así que sin miedo. Si el diseño de tu CV es original y mantiene la información visible, concisa y sobre todo memorable, podría ser que el panel se acuerde de ti.
    • Habilidades especiales: todo funciona, todo es importante. ¿Recuerdas como Joey en Friends se pasaba agregando cosas como «hablar francés? Nunca sabes cuándo tu habilidad o talento secreto será de inmensa utilidad.

¿Que cómo aminoro yo la ansiedad y la espera?

  1. Camino, me despejo.
  2. Escucho música nueva, trata de limpiar la intensidad con la que preparaste tu audición escuchando live sessions o unpluggeds. Notarás momentos humanos e imperfecciones, te sentirás humano de nuevo y disfrutarás de bonitos arreglos.
  3. Busco inspiración en imágenes, blogs y sobretodo en la naturaleza.
  4. Canaliza tu ansiedad en algo artístico. Dibuja, pinta. Expresa lo que sientes y transfórmalo (hoy usé plastilina y vaaaaaaya que fue lo máximo).

 

Si como yo, sigues en espera de ese correo o esa llamada. Calma, no te inquietes. Sé que hay muchas cosas que pudimos hacer exponencialmente mejor, pero ya no para la audición en la que estamos en espera. Esa ya fue. Levántate, estudia, prepárate. Nunca sabes qué puede pasar.

¿Recuerdas que hace unas líneas hablaba de la atemporalidad que existe respecto de los callbacks? Bueno, así me pasó en una audición (de las peores de mi vida) de las que pensé que jamás volvería a ver a la producción y lo que es peor, que ahora tendrían material para reírse (y quizás sí). La que menos pensé, la que critiqué tanto, lo prometo, salí diciendo «Dios mío, en este momento le escribo a mis amigos que han actuado para que me vayan recomendando algunos cursos»; fue la que me abrió la puerta a un proyecto padrísimo, del cual quedé, tuve callback y después la oportunidad de quedarme con el personaje (prometo esta historia para la siguiente).

En fin, me voy a dormir.

Obviamente ya hice double check con mis amigos para los callbacks. Sin novedades.

Obviamente checo el celular cada 5 min en espera del correo.

Pero también ya estoy pensando en más cosas para preparar para las siguientes audiciones, y terminando de escribir este post. Ánimo, espero nos veamos en los callbacks, o al menos en clase.

 

 

 

 

La historia de cómo al bailar, me hizo cantar mejor.

He notado que generalmente cuando dices que eres cantante, por alguna razón las personas esperan que también bailes o te muevas con bastante gracia.

Digo, tiene lógica. Los performers son estos héroes casi perfectos, con vestuarios brutales, piel de porcelana y los movimientos envidiables (que creo que aquí se mal adapta a «dominio escénico»).

Admito (por más que me cueste) que alguna vez, secretamente, llegué a bailar frente al espejo pensando que era Britney Spears.

Y pensando aún más hacia atrás, la realidad nunca fui la prima ballerina. Solo sabía que disfrutaba la música, el moverme y encontrar la manera de expresarme (a sabiendas de que lo mío era cantar). Lamentablemente, dentro mi di formación como cantante recibí el primer y más grande «NO» que se convirtió en uno de mis más temidos fantasmas: «Tú no bailas, no tienes gracia». Ouch, tenía tan solo 7 años y la verdad es que fue algo complicado de escuchar. Para nada me quitó mis intenciones de pararme en el escenario, pero en definitiva, a una niña tan consciente de su entorno (como lo soy) la hizo pensar más de 2 veces antes de pararse frente a los demás e intentar aprenderse coreografías.

Siempre pensé, bailar no es lo mío. A mí pónganme a cantar. Mientras moría (literal) de ganas de ser la siguiente performer. Así que, como siempre les digo a mis alumnos: «no estás mal, lo que hayas hecho durante tu proceso autodidacta, solo fue la forma en la que tu cuerpo tenía más ganas de resolver, que de quedarse callado». Así que así, encontré la manera de centrar toda mi atención en la música, los acentos, las dinámicas y las peripecias vocales que hacían mis cantantes favoritos, escuchándolos en mi discman, por las noches.

Pensaba: «vaya, no necesito las clases. No necesito bailar, puedo ser una cantante que solo cante baladas». ¡JA! Mi primer (y hasta ahora único) protagónico era ser una bailarina, experta, extrovertida. Fue increíblemente difícil para mi enfrentar esos fantasmas al espejo y estar incómoda de cómo me movía.

Pero bueno, dejemos eso para otro día. Hoy quiero hablarte de otra forma de lo que siempre te digo: escucha a tu cuerpo.

Si algo admiro de los bailarines, es cómo se conocen. Cómo distribuyen su peso lo suficiente para hacerte creer que tienen cargas pesadas, que pueden volar, hacer magia con sus manos y transportarte a diferentes épocas. No hablan, solo se mueven. Siempre envidié sus movimientos. Yo trabajé para conmover con mi voz, pero no podía hacer que mi cuerpo conectara enteramente con mi sentimientos. Qué curioso.

Sin planearlo, hace algunos ayeres, estaba buscando de una actividad física entretenida para después de mis múltiples trabajos. Y así, como caída del cielo, Shady (la maestra que me hizo no solo bailar, sino ahuyentar ese enorme fantasma y hasta hacerme bailar frente a un público) abre una academia, nos invita a un grupo de amigas y a mi a entrar y digo: «Va, odio hacer ejercicio de otra forma, así que, mejor que sea bailando». No tienen una idea lo mucho que costó coordinarme, tratar de entender lo que era mi centro, mi balance. Distribuir mi peso, ser creativa y desafiar mis propios miedos (a las maromas, las caídas, las cargadas y sobre todo a que me vieran bailar en público). Constantemente pensaba en la comparativa y avance de mis compañeras, pensando: «la historia se repite». Hasta que, cuando empecé a escuchar mis respiraciones, el control de mi abdomen y la fuerza de mi cuerpo, empecé no solo a empezar a disfrutar mis clases de baile y ver que mejoraba, sino a avanzar en mis clases de canto.

No. No estoy bromeando. Ya les he platicado que tengo estudiando cerca de 8 años técnica vocal, y en ese proceso, pude haber ser muy intensa en cuanto a la disciplina de entender y dominar mi voz. Pero hubo un periodo en el que podría decir que me «estanqué». Sentía que nada de lo que hacía (ejercicios y acrobacias vocales) me eran suficientes para hacer crecer mi rango o dominar diferentes estilos. Nada técnico vocal me era útil. Hasta que lo transporté (o conecté) con la danza (aquí ruego a mis amigos bailarines, me tengan paciencia, no pretendo dominar todo, pero es como mi pequeño «homage» a los bonito de esta experiencia).

No fue hasta que empecé a trabajar con mi propio peso y mi cuerpo (compartiendo pedacitos de clases de danza contemporánea y ejercicios calisténicos) que entendía cuando estaba apoyando de más, cuando tenía aire extra, tensión. Entendí la flexibilidad y el disfrutar crear líneas largas. Vaya no me hice bailarina profesional, pero sin duda, la seriedad con la que empecé a tomar estas clases me hizo hacer las paces con mi nerviosismo corporal y apreciar un nuevo arte: la danza.

¿Líneas largas? claro, al cantar, sostener una nota. El proyectarla más lejos. Entender y dominar los cambios de volumen. La velocidad. De pronto, si bien no podía bailar como profesional, mi voz de alguna forma lo hacía. Era ágil, dulce e intensa, de pronto las contracciones aportaban algo distinto a mi técnica vocal. Admito, ha sido de los sentimientos más bonitos que he experimentado.

¿Qué te recomiendo? trabaja una habilidad que te ayude a transportar ese conocimiento a tu dominio vocal. El artista no sólo se alimenta de perfeccionar únicamente su técnica, sino de sensibilizarse a través de documentales, películas, exposiciones, actividades. Conecta tu cuerpo con lo que verdaderamente estás haciendo y sin duda, tendrás un resultado distinto al que has estado trabajando.

¿Qué hago hoy en día? Bueno, claramente no me convertí en Britney Spears, pero ya no me da miedo el espejo o los fantasmas. Ya no tomo clases (las extraño mucho y quisiera regresar) pero ya no me da tanta pena intentarlo, bailar, entender el movimiento y vincularme en actividades o espectáculos que la requieran, tratando de retarme todos los días.

Hoy tengo un reto. Hace casi 3 años comprobé que los ejercicios calisténicos (que ya había leído que eran muy recomendables para cantantes) funcionan. Dentro esta investigación, he encontrado que los deportes o actividades físicas recomendadas para nosotros son: natación, yoga, danza. Ayer empecé yoga y OMG me duele hasta el cabello (no es broma) pero curiosamente, dentro de este «dolor» no siento tensión alguna en mi cuerpo (estaba muy consternada por mis muñecas y por saber si podría tocar algo, ¡están intactas!) Así que mi nuevo reto es comprobar si este tiempo de aprendizaje le brinda un avance técnico/vocal a mi rango (claro que iré documentando e informando de este avance)

Así que esta es mi historia, de cómo una experiencia enriqueció por completo mi proceso de aprendizaje vocal, sin saberlo, enfrentando mis miedos, disfrutando y valorando enormemente una nueva disciplina. Y quién sabe, con suerte esto pudiera ayudarte a ti también en tu proceso como cantante.

Nos vemos en clase.

¡SOS! no encuentro mi voz para cantar

«Todo el mundo con el paso del robot»

(Si no conoces electromovimiento de Calle 13, corre y escúchala).

Decidí cambiar un poco la existencia de este blog y alimentar mi sueño (chick flick) de tener un espacio donde pueda expresarme libremente. Sin saberlo, creo que tanto en sentido figurado, como en el técnico siempre estuve buscando mi voz. Así que heme aquí, escribiendo.

Este post va dedicado a mi amiga Enid, que me inspiró a abordar este tema y que me siento honrada me confiara compartir experiencias entre maestras, aprendizaje y alumnos, gracias 🙂

Ok. Así va la historia: Sábado de clases, estoy en break en espera de mi siguiente víctima (quiero decir alumno) y en eso recibo un mensaje de voz, invitándome a resolver un tema: Mi colega tiene una alumna y pareciera que tiene problemas para encontrar el acceso a su voz de pecho sin que suene flotada (Si le vas mucho a los tecnicismos vocales, quizás mi forma de explicar te parezca bastante burda, sin embargo preferiría pensar que es un tanto creativa y divertida). Ok, podrás decirme «pero eso es ilógico, cualquiera sabe que la voz, registro de pecho parte de donde hablamos, revisa si tiene algo de textura en su voz, el apoyo, etc». Estoy de acuerdo, sin embargo antes de entrar a un diagnóstico complejo, encontrar TU VOZ (ahora sí en un sentido un poco más existencial) puede resultar más complicado de lo que crees.

Técnico: resulta que dentro de toda esta ambigüedad del canto, voz de pecho puede referirse a:

  1. Parte de tu rango vocal, o registro vocal
  2. Área de resonancia
  3. Timbre

De las cuales sólo abordaré la conexión entre mi voz hablada y mi voz cantada. ¿Cuál sería el objetivo máximo? que dentro de un espacio de notas cómodas exista un match entre ambas, vaya que no exista un cambio drástico de color al hablar y cantar dentro de notas que están en el área donde hablamos (osea cómodas)

Atención maestros y alumnos: en la primera sesión con mis alumnos, les pido que me cuenten de su vida, a qué se dedican, qué les gusta hacer. Vaya, que hablen, me platiquen (estoy ayuda a romper el hielo, a presentarnos y saber a qué se dedican VITAL al menos para mi, para conocer el comportamiento de sus voces, pero ya hablaré de eso en otro post). Mientras me platican, (y esto lo aprendí de mi gran maestro, Ray) comienzo a tocar notas que se asemejan a donde hablan (en promedio) una vez que localizo una nota que se repita constantemente (y no, no se preocupen, no creo que todos hablen en Fa o algo así, saludos Gaby), parto de ahí para encontrar algunos ejercicios que sean de pecho. Mi favorito: EL ROBOT (o una simple nota pedal).

Maestros, recordemos nuestras primeras clases; si eras muy buen cantante desde un inicio, qué envidia no leas esto jaja, si eras como yo que tuvo que trabajar por entender, por favor, continúa (No se crean, ambos continuen por favor), era bastante difícil cantar frente a un extraño que sí podía afinarse, que no le temblaba la voz y que probablemente sabe lo que esta haciendo. Olvidamos, el cómo podría sentirse nuestro alumno, y es bien importante regresar a una zona segura para que puedan expresarse libremente. Así que, como aprendí alguna vez en un curso de arte y pedagogía: volvamos al juego.

Así que me gusta empezar por hablar como robot. ¿Por qué? por que a veces siento que podemos «fabricar» o «maquillar» demasiado el sonido que emitimos al cantar. Cantantes, aquí pecamos mucho de «cantar con muchísimo estilo» la vocalización (que en momentos es muy válido) pero que cuando la instrucción es conocer tu voz pura, debes ser capaz de poder emitir un sonido limpio y libre. Entonces, una vez que logro eso, y que hago mil caras, digo muchas frases para que mi alumno las repita, los hago reír,  comenzamos con palabras y frases: «Hola, ¿cómo estás?» SENCILLO. Algo que hacemos todos, todos los días. Una frase sencilla. Entonces ya que ellos reconoen lo simple, los conecto través de un ejercicio más real a mi objetivo «que conozcan y re-conozcan su voz de pecho». Que vean que tiene graves y agudos, que se estira, que es cómoda e incómoda. Que juntos exploremos qué logra hacer el alumno y sobre todo, se concientice de lo que está sucediendo para que vaya alimentando una independencia (por admitámoslo maestros, los amamos, pero no podemos estar detrás de ellos cuidando cada decisión vocal que toman, y también es lo bonito de esto).

Así que después de 3 voice notes que le envié a mi amiga de aproximadamente más de 3 minutos cada uno (me disculpo, me obsesiona el tema y puedo hablar de esto siempre) Le compartí lo que había funcionado con mis alumnos, con la esperanza de que pueda hacer que su alumna aterrice la idea (no he sabido el desenlace de esta historia, pero fingers crossed!)

Mi consejo aquí es:

  1. Common ground: encuentra un punto de encuentro y conexión (esto va tanto como para el maestro y el alumno, es responsabilidad de ambos involucrarse en el proceso). Todo esto para promover una sesión más amena y relajada, trabajamos con tu cuerpo y necesitamos que estés relajado, querido alumno.
  2. Back to basics: vamos a hablar y platicar primero. Si puedes hablarlo, ¿que crees? también puedes cantarlo! sólo necesitamos encontrar la manera de conectarlo y hacerlo consciente, pero no te preocupes, para eso estamos en clase. Para aprender.
  3. Diviértete: concentrado no significa aburrido. Sé creativo y verás como las cosas solitas se van acomodando.

 

Creo que a veces queremos complicarnos la existencia con la sobriedad y seriedad de las clases, pero a mi gusto, cantar es algo tan intuitivo y experimental que podemos divertirnos y asombrarnos en el proceso. Espero te sirva.

 

Nos vemos en clase.

 

 

 

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