¿Qué tan frecuente debo de tomar clases de canto? Calidad vs. Cantidad

Ok, estaba a punto de irme a dormir (o al menos comenzar el proceso de desmaquillarme y continuar mi camino a la cama) y en eso se me prendió el foco, una de las dudas del millón que me han preguntado: ¿Qué tan frecuente debo de tomar clase? ¿por qué solo una frecuencia a la semana? ¿45, 50, 60 minutos?

Mis queridos padawans, que no cunda el pánico. Te cuento mi experiencia, te cuento lo que investigué y lleguemos juntos a una conclusión.

En mis 8 años de formación vocal, he mantenido la siguiente estructura (que trabajo con mis alumnos actualmente): 1 frecuencia a la semana, 50 min (dependiendo que tanto nos emocionemos), sin tareas, sin actividades extras más que llevar el material que se me pidió (la canción de memoria, anotaciones o correcciones) ES TODO. Yo llegaba ansiosa y feliz a mi clase, con tremenda seriedad y enfoque (como es mi costumbre cuando hay algo que me fascina o genera curiosidad), procurando absorber cada indicación, cantaba los últimos 10 minutos, a veces los últimos 20 (dependiendo del objetivo del día).

Solo en una ocasión tome 2 frecuencias a la semana, y fue porque tuve que reprogramar algunas sesiones por compromisos de otro tipo. Y aunque la sensación fue linda, la verdad es que no noté mucho avance, solamente sentía que la felicidad de ir a mi clase, era pues, menos variable que otras semanas, era más cercana, certera y me daba felicidad en mi semana.

Pero Jimena, ¿qué hay de los intensivos? si estudio algo con mayor frecuencia puede que lo perfeccione con mayor agilidad ¿qué hay de aquellos que sí tomamos más de una frecuencia y notamos un claro avance? pues de mi parte hay una tremenda y maravillosa felicitación (sin querer sonar sarcástica) Te felicito porque encontrarse una dinámica de clases que te funciona más para aprender. Aquí va mi primer punto: no todos aprendemos de la misma forma; hay quienes no estudian antes del examen y se sacan 100, hay quienes tienen que hacer todo un ritual chamánico para poder estar en sus 5 sentidos, encomendarse a Dios y sacarse apenas el 90 o por qué no, el 100. Más que la temporalidad es calidad en la ejecución y esto debe salvaguardarlo tu maestro.

what?

Sí, me refiero al desempeño de tu clase. De nada sirve una clase de 45, 50 o 60 minutos si en ella no logras trabajar: colocación, agilidad, estilo, perfeccionar tu afinación (no tienen que ser todas al mismo tiempo en una sesión), caray si al segundo ejercicio ya estás pasando saliva considerable y te sientes fatigado, de nada sirve decir que te entrenas 1 hora versus otro que quizás entre 45. El salón de clase, no es una competencia, no es una carrera. Es tu forma de entrenar, de aprovechar tus recursos y realmente trabajar. Recuerda que es como ir al gym, hay quienes se acomodan con cierto tipo de entrenamiento, hay quienes no.

Es más, recuerdo que mis primeras sesiones, tenían pausas largas, donde mi maestro me decía: «por un momentito no hables», a lo cual obedientemente respondía «ok» MAI GAAAAWD que no hablara. Esto tiene una razón de ser y te lo explico:

  1. Recuerda que trabajar tu voz es desarrollar una habilidad y resistencia muscular nueva, es mandar nuevas instrucciones a tu cuerpo de realizar la emisión de una forma distinta (si es que hay algo que corregir al respecto). Habilidad que no se aprende el primer día, a la segunda semana o al tercer mes. Proceso, es lo que es. No, tu clase no es desaprovechada por que NO cantes los 45, 50 o 60 minutos, pero tu voz sí puede afectarse por cantar de la forma equivocada durante este tiempo. Recuerda, calidad, no cantidad. En este caso, mi maestro estaba cuidando que no generara fatiga y me cansara por el resto de la sesión.
  2. Conforme vas fortaleciendo tu voz, podrás ir soportando cada vez más tiempo de emisión (de nuevo, que sea correcta). Volvamos a la analogía del gym: al principio solo levantas la barra, trabajas las posiciones y con paciencia, vas agregando peso poco a poco. Lo mismo con ciertas notas y ciertos ataques.
  3. Un dato cultural importante es que tus cuerdas solo descansan y se recuperan cuando NO emites sonido. Pero de plano, no emitir. Susurrar, hablar bajito no es sinónimo de esto.
  4. No todo es regla, hay días que te vas a tardar muy poquito en acomodarte, días donde consumirá todo tu tiempo de clase. No hay nada de malo en eso, eres humano, tu cuerpo así trabaja.

Y de nuevo ¿para qué hago esto? para fortalecerme y poder ser un cantante de alto rendimiento.

¿Qué te recomiendo yo? lo siguiente:

  1. En clases, independientemente de tu tiempo de clase o el nivel en el que te encuentres, asegúrate de estar trabajando una colocación saludable: no fatiga, no sensación de sequedad en la boca, tensión en el cuello. OJO: cantar NO duele.
    1. ¿Qué pasa si me fatigo muy rápido? Estructura tiempos junto con tu maestro. Sesiones donde se trabaje por minutos midiendo la efectividad y respetando los descansos. No pasa nada si de los 50 minutos, las primeras sesiones lograste un total de 20. Recuerda que es como ir al gym y comenzar a trabajar pesas. Hay quienes pueden comenzar con muy poco peso, pero eso no significa que no están fortaleciéndose, es más el trabajo de constancia y paciencia.
  2. En el uso diario: sé honesto. ¿Cuánto utilizas tu voz? ¿Tu trabajo demanda de un uso bajo, moderado o alto? ¿el espacio en el que te encuentras la mayor parte es seco? ¿hablas mucho? ¿en un volumen muy alto? ¿te vas mucho de fiesta? ¿te desvelas? ¿tienes reflujo? Al ir contestando alguna de estas preguntas llegarás a la respuesta de cómo está tu cuerpo como para sacarle mayor provecho a tus clases SIN importar el tiempo.
  3. Esta ya es de mis favoritas: respeta tus silencios. No siempre hay que llenar todo con sonido, y para que la voz funcione también necesito dejarla descansar y la mejor manera de hacerlo es guardando silencio. ¿Por qué? porque al hablar o cantar nuestras cuerdas están en uso, el reposo total existe al dejar de emitir sonido.

Te invito a que en tu próxima sesión analices si lo que quieres es cantidad o calidad (que ojo, es súper válido). Te comparto mi perspectiva con la intención de reflexionar y aprovechar al máximo tus clases.

¡Nos vemos en clase!

Quiero cantar ¿Por dónde empiezo?

La pregunta del millón.

¿Qué canto?

Cuando llegué a mi primer clase de canto el procedimiento fue sencillo. Fue como un «check-up» preguntas de rutina:

  1. ¿Qué haces aquí?
  2. ¿Qué te gustaría aprender?
  3. ¿Has tomado clases de canto antes?
  4. ¿Conoces términos como: rango vocal, voz de pecho, voz de cabeza, voz mixta?
  5. ¿Cuál podrías decirme que es tu mayor problema al cantar?
  6. ¿Qué te gusta cantar?
  7. ¿QUÉ VAS A CANTAR HOY?

Pasa muy seguido que por mi puerta entran alumnos con muchas ganas de aprender pero en cuanto les digo ¿qué quieren cantar? el rostro cambia de la vergüenza al pánico. Claro, procuro dar los suficientes ánimos (como ya lo habrán notado en clase) y decirles que está bien, que pueden cantar lo que gusten, que es SU CLASE y que me encantaría verlos y escucharlos cantar algo que fuera enteramente de su agrado a lo cual normalmente la respuesta es: «no sé» «dime tú».

PARÉNTESIS

Cuando inicié en mis clases de piano, íbamos conforme la guía de un libro que mi maestro cuidadosamente había seleccionado para mi. Primer reto: tocar las «martinillo». Entiendo, melodía simple, con un acompañamiento lejos de complejo. Algo nivel «bebé».

He analizado muchas veces este punto y a veces regreso al mismo lugar pensando «no estoy segura si hay canción: nivel bebé». Y es más ¿por qué iniciar con nivel bebé si ya sabes hablar y cantar?

Permítanme elaborar aun más (que estoy algo inspirada mientras como nieve de chocolate directamente del botecito -no shame. Creo que cuando llegas a tu primer clase de canto es responsabilidad de nosotros como maestros identificar tus áreas de oportunidad, el estado en que se encuentra tu voz y definir un curso de acción a tomar. De ahí que yo siempre digo en clase que no existe un hilo negro al momento de enseñar, pero que es muy improbable que dos personas tengan los mismos ejercicios, objetivos, estructura. Las clases creo deben ser personalizadas y ojo maestros: nosotros debemos ser muy atentos al escuchar lo que busca nuestro alumno y por lo tanto ser esa guía.

Volviendo al tema y siguiendo con ésta barbaridad de que tu puedes iniciar con cualquier canción: lo sostengo. Ahora que el avance que vayas teniendo dependerá de tus habilidades físicas, mentales y también del trabajo junto con tu maestro.

¿Qué te recomiendo para no llegar en blanco a tu clase?

  1. Escucha muchísima música. De todo tipo, de lo que te guste: vocalistas hombres, mujeres. Diferentes géneros.
  2. Haz una playlist en plataformas de reproducción en streaming. Yo hago esto con mis alumnos. Hacemos una playlist compartida, de forma que van agregando canciones que les gustaría (les digo, piensa en corto, mediano y largo plazo) ¿cómo te gustaría sonar? ¿qué te gustaría lograr? Se vale soñar. Ya de por sí, esta clase será lo más divertida, imaginativa e intangible, por qué no sería válido que yo te permitiera agregar canciones que ni tu ni yo sabemos si podrás interpretar. Sólo si te arriesgas 😉
  3. Haz tu book. Tu libro de partituras. Vaya como le quieras llamar. Ya he hablado de esto antes, es la forma más responsable, la más adecuada y la mejor de tener un control de lo que vas preparando. Es tu carta de presentación en audiciones de musicales o si ya eres súper tech pues entonces en tu ipad, donde podrás llegar a hacer una audición a un grupo versátil y tener unas cuántas canciones a la mano.
  4. ¡Aprovecha tu clase! Hace un momento le explicaba a una nueva alumna cómo sería su estructura de clase y lo que yo recomendaba. Crear una especie de rutina. Sin embargo para que funcione también tienes que estar en el mismo canal. Aprovéchalo, es tu momento y si un día quieres entrar por mi puerta (por favor con aviso previo) y solo cantar, hazlo. Si quieres vocalizar, hazlo. Tú tienes el poder de decisión (claro, tendré que intervenir de vez en cuando) pero es válido lo que tu buscas 🙂

Ok. Después de esto ¿aun no sabes que cantar? piensa que necesitas una canción para tooooodo en esta vida de audiciones (piénsate ya en el escenario). Recuerda que las audiciones se preparan cuando no hay audiciones. No lo pienses demasiado y comienza por una canción que te sea familiar, cómoda inclusive. Es importante reconocer que estás desarrollando una habilidad y que no hay vergüenza alguna en iniciar con una canción que ya esté demasiado escuchada, «básica» inclusive. Me choooca esa idea. Tú puedes cantar lo que tu quieras, tú puedes hacerlo sonar totalmente diferente con tu personalidad, con tu voz, con tu fuerza. Así que ¡inténtalo!

La historia de cómo al bailar, me hizo cantar mejor.

He notado que generalmente cuando dices que eres cantante, por alguna razón las personas esperan que también bailes o te muevas con bastante gracia.

Digo, tiene lógica. Los performers son estos héroes casi perfectos, con vestuarios brutales, piel de porcelana y los movimientos envidiables (que creo que aquí se mal adapta a «dominio escénico»).

Admito (por más que me cueste) que alguna vez, secretamente, llegué a bailar frente al espejo pensando que era Britney Spears.

Y pensando aún más hacia atrás, la realidad nunca fui la prima ballerina. Solo sabía que disfrutaba la música, el moverme y encontrar la manera de expresarme (a sabiendas de que lo mío era cantar). Lamentablemente, dentro mi di formación como cantante recibí el primer y más grande «NO» que se convirtió en uno de mis más temidos fantasmas: «Tú no bailas, no tienes gracia». Ouch, tenía tan solo 7 años y la verdad es que fue algo complicado de escuchar. Para nada me quitó mis intenciones de pararme en el escenario, pero en definitiva, a una niña tan consciente de su entorno (como lo soy) la hizo pensar más de 2 veces antes de pararse frente a los demás e intentar aprenderse coreografías.

Siempre pensé, bailar no es lo mío. A mí pónganme a cantar. Mientras moría (literal) de ganas de ser la siguiente performer. Así que, como siempre les digo a mis alumnos: «no estás mal, lo que hayas hecho durante tu proceso autodidacta, solo fue la forma en la que tu cuerpo tenía más ganas de resolver, que de quedarse callado». Así que así, encontré la manera de centrar toda mi atención en la música, los acentos, las dinámicas y las peripecias vocales que hacían mis cantantes favoritos, escuchándolos en mi discman, por las noches.

Pensaba: «vaya, no necesito las clases. No necesito bailar, puedo ser una cantante que solo cante baladas». ¡JA! Mi primer (y hasta ahora único) protagónico era ser una bailarina, experta, extrovertida. Fue increíblemente difícil para mi enfrentar esos fantasmas al espejo y estar incómoda de cómo me movía.

Pero bueno, dejemos eso para otro día. Hoy quiero hablarte de otra forma de lo que siempre te digo: escucha a tu cuerpo.

Si algo admiro de los bailarines, es cómo se conocen. Cómo distribuyen su peso lo suficiente para hacerte creer que tienen cargas pesadas, que pueden volar, hacer magia con sus manos y transportarte a diferentes épocas. No hablan, solo se mueven. Siempre envidié sus movimientos. Yo trabajé para conmover con mi voz, pero no podía hacer que mi cuerpo conectara enteramente con mi sentimientos. Qué curioso.

Sin planearlo, hace algunos ayeres, estaba buscando de una actividad física entretenida para después de mis múltiples trabajos. Y así, como caída del cielo, Shady (la maestra que me hizo no solo bailar, sino ahuyentar ese enorme fantasma y hasta hacerme bailar frente a un público) abre una academia, nos invita a un grupo de amigas y a mi a entrar y digo: «Va, odio hacer ejercicio de otra forma, así que, mejor que sea bailando». No tienen una idea lo mucho que costó coordinarme, tratar de entender lo que era mi centro, mi balance. Distribuir mi peso, ser creativa y desafiar mis propios miedos (a las maromas, las caídas, las cargadas y sobre todo a que me vieran bailar en público). Constantemente pensaba en la comparativa y avance de mis compañeras, pensando: «la historia se repite». Hasta que, cuando empecé a escuchar mis respiraciones, el control de mi abdomen y la fuerza de mi cuerpo, empecé no solo a empezar a disfrutar mis clases de baile y ver que mejoraba, sino a avanzar en mis clases de canto.

No. No estoy bromeando. Ya les he platicado que tengo estudiando cerca de 8 años técnica vocal, y en ese proceso, pude haber ser muy intensa en cuanto a la disciplina de entender y dominar mi voz. Pero hubo un periodo en el que podría decir que me «estanqué». Sentía que nada de lo que hacía (ejercicios y acrobacias vocales) me eran suficientes para hacer crecer mi rango o dominar diferentes estilos. Nada técnico vocal me era útil. Hasta que lo transporté (o conecté) con la danza (aquí ruego a mis amigos bailarines, me tengan paciencia, no pretendo dominar todo, pero es como mi pequeño «homage» a los bonito de esta experiencia).

No fue hasta que empecé a trabajar con mi propio peso y mi cuerpo (compartiendo pedacitos de clases de danza contemporánea y ejercicios calisténicos) que entendía cuando estaba apoyando de más, cuando tenía aire extra, tensión. Entendí la flexibilidad y el disfrutar crear líneas largas. Vaya no me hice bailarina profesional, pero sin duda, la seriedad con la que empecé a tomar estas clases me hizo hacer las paces con mi nerviosismo corporal y apreciar un nuevo arte: la danza.

¿Líneas largas? claro, al cantar, sostener una nota. El proyectarla más lejos. Entender y dominar los cambios de volumen. La velocidad. De pronto, si bien no podía bailar como profesional, mi voz de alguna forma lo hacía. Era ágil, dulce e intensa, de pronto las contracciones aportaban algo distinto a mi técnica vocal. Admito, ha sido de los sentimientos más bonitos que he experimentado.

¿Qué te recomiendo? trabaja una habilidad que te ayude a transportar ese conocimiento a tu dominio vocal. El artista no sólo se alimenta de perfeccionar únicamente su técnica, sino de sensibilizarse a través de documentales, películas, exposiciones, actividades. Conecta tu cuerpo con lo que verdaderamente estás haciendo y sin duda, tendrás un resultado distinto al que has estado trabajando.

¿Qué hago hoy en día? Bueno, claramente no me convertí en Britney Spears, pero ya no me da miedo el espejo o los fantasmas. Ya no tomo clases (las extraño mucho y quisiera regresar) pero ya no me da tanta pena intentarlo, bailar, entender el movimiento y vincularme en actividades o espectáculos que la requieran, tratando de retarme todos los días.

Hoy tengo un reto. Hace casi 3 años comprobé que los ejercicios calisténicos (que ya había leído que eran muy recomendables para cantantes) funcionan. Dentro esta investigación, he encontrado que los deportes o actividades físicas recomendadas para nosotros son: natación, yoga, danza. Ayer empecé yoga y OMG me duele hasta el cabello (no es broma) pero curiosamente, dentro de este «dolor» no siento tensión alguna en mi cuerpo (estaba muy consternada por mis muñecas y por saber si podría tocar algo, ¡están intactas!) Así que mi nuevo reto es comprobar si este tiempo de aprendizaje le brinda un avance técnico/vocal a mi rango (claro que iré documentando e informando de este avance)

Así que esta es mi historia, de cómo una experiencia enriqueció por completo mi proceso de aprendizaje vocal, sin saberlo, enfrentando mis miedos, disfrutando y valorando enormemente una nueva disciplina. Y quién sabe, con suerte esto pudiera ayudarte a ti también en tu proceso como cantante.

Nos vemos en clase.

¡SOS! no encuentro mi voz para cantar

«Todo el mundo con el paso del robot»

(Si no conoces electromovimiento de Calle 13, corre y escúchala).

Decidí cambiar un poco la existencia de este blog y alimentar mi sueño (chick flick) de tener un espacio donde pueda expresarme libremente. Sin saberlo, creo que tanto en sentido figurado, como en el técnico siempre estuve buscando mi voz. Así que heme aquí, escribiendo.

Este post va dedicado a mi amiga Enid, que me inspiró a abordar este tema y que me siento honrada me confiara compartir experiencias entre maestras, aprendizaje y alumnos, gracias 🙂

Ok. Así va la historia: Sábado de clases, estoy en break en espera de mi siguiente víctima (quiero decir alumno) y en eso recibo un mensaje de voz, invitándome a resolver un tema: Mi colega tiene una alumna y pareciera que tiene problemas para encontrar el acceso a su voz de pecho sin que suene flotada (Si le vas mucho a los tecnicismos vocales, quizás mi forma de explicar te parezca bastante burda, sin embargo preferiría pensar que es un tanto creativa y divertida). Ok, podrás decirme «pero eso es ilógico, cualquiera sabe que la voz, registro de pecho parte de donde hablamos, revisa si tiene algo de textura en su voz, el apoyo, etc». Estoy de acuerdo, sin embargo antes de entrar a un diagnóstico complejo, encontrar TU VOZ (ahora sí en un sentido un poco más existencial) puede resultar más complicado de lo que crees.

Técnico: resulta que dentro de toda esta ambigüedad del canto, voz de pecho puede referirse a:

  1. Parte de tu rango vocal, o registro vocal
  2. Área de resonancia
  3. Timbre

De las cuales sólo abordaré la conexión entre mi voz hablada y mi voz cantada. ¿Cuál sería el objetivo máximo? que dentro de un espacio de notas cómodas exista un match entre ambas, vaya que no exista un cambio drástico de color al hablar y cantar dentro de notas que están en el área donde hablamos (osea cómodas)

Atención maestros y alumnos: en la primera sesión con mis alumnos, les pido que me cuenten de su vida, a qué se dedican, qué les gusta hacer. Vaya, que hablen, me platiquen (estoy ayuda a romper el hielo, a presentarnos y saber a qué se dedican VITAL al menos para mi, para conocer el comportamiento de sus voces, pero ya hablaré de eso en otro post). Mientras me platican, (y esto lo aprendí de mi gran maestro, Ray) comienzo a tocar notas que se asemejan a donde hablan (en promedio) una vez que localizo una nota que se repita constantemente (y no, no se preocupen, no creo que todos hablen en Fa o algo así, saludos Gaby), parto de ahí para encontrar algunos ejercicios que sean de pecho. Mi favorito: EL ROBOT (o una simple nota pedal).

Maestros, recordemos nuestras primeras clases; si eras muy buen cantante desde un inicio, qué envidia no leas esto jaja, si eras como yo que tuvo que trabajar por entender, por favor, continúa (No se crean, ambos continuen por favor), era bastante difícil cantar frente a un extraño que sí podía afinarse, que no le temblaba la voz y que probablemente sabe lo que esta haciendo. Olvidamos, el cómo podría sentirse nuestro alumno, y es bien importante regresar a una zona segura para que puedan expresarse libremente. Así que, como aprendí alguna vez en un curso de arte y pedagogía: volvamos al juego.

Así que me gusta empezar por hablar como robot. ¿Por qué? por que a veces siento que podemos «fabricar» o «maquillar» demasiado el sonido que emitimos al cantar. Cantantes, aquí pecamos mucho de «cantar con muchísimo estilo» la vocalización (que en momentos es muy válido) pero que cuando la instrucción es conocer tu voz pura, debes ser capaz de poder emitir un sonido limpio y libre. Entonces, una vez que logro eso, y que hago mil caras, digo muchas frases para que mi alumno las repita, los hago reír,  comenzamos con palabras y frases: «Hola, ¿cómo estás?» SENCILLO. Algo que hacemos todos, todos los días. Una frase sencilla. Entonces ya que ellos reconoen lo simple, los conecto través de un ejercicio más real a mi objetivo «que conozcan y re-conozcan su voz de pecho». Que vean que tiene graves y agudos, que se estira, que es cómoda e incómoda. Que juntos exploremos qué logra hacer el alumno y sobre todo, se concientice de lo que está sucediendo para que vaya alimentando una independencia (por admitámoslo maestros, los amamos, pero no podemos estar detrás de ellos cuidando cada decisión vocal que toman, y también es lo bonito de esto).

Así que después de 3 voice notes que le envié a mi amiga de aproximadamente más de 3 minutos cada uno (me disculpo, me obsesiona el tema y puedo hablar de esto siempre) Le compartí lo que había funcionado con mis alumnos, con la esperanza de que pueda hacer que su alumna aterrice la idea (no he sabido el desenlace de esta historia, pero fingers crossed!)

Mi consejo aquí es:

  1. Common ground: encuentra un punto de encuentro y conexión (esto va tanto como para el maestro y el alumno, es responsabilidad de ambos involucrarse en el proceso). Todo esto para promover una sesión más amena y relajada, trabajamos con tu cuerpo y necesitamos que estés relajado, querido alumno.
  2. Back to basics: vamos a hablar y platicar primero. Si puedes hablarlo, ¿que crees? también puedes cantarlo! sólo necesitamos encontrar la manera de conectarlo y hacerlo consciente, pero no te preocupes, para eso estamos en clase. Para aprender.
  3. Diviértete: concentrado no significa aburrido. Sé creativo y verás como las cosas solitas se van acomodando.

 

Creo que a veces queremos complicarnos la existencia con la sobriedad y seriedad de las clases, pero a mi gusto, cantar es algo tan intuitivo y experimental que podemos divertirnos y asombrarnos en el proceso. Espero te sirva.

 

Nos vemos en clase.

 

 

 

Scroll Up